Mexicanos corruptos
Pero ya son dos años de su promesa de erradicar la corrupción y las evaluaciones externas no son buenas.
Como lo he escrito en los últimos años: AMLO es Presidente gracias a las omisiones y pecados de gobiernos anteriores; no solo por ignorar a las mayorías pobres, sino por el saqueo que, en mayor o menor grado, hicieron del País.
AMLO es Presidente en mi opinión por dos factores claves: su acertado diagnóstico del principal cáncer que nos mata (la corrupción) y por el hartazgo ciudadano con los gobiernos del pasado. AMLO invoca al “pueblo bueno” para que logre redimir los yerros del “periodo neo liberal” y es consistente en ese discurso anticorrupción y en hacer una prioridad de las mayorías pobres.
Pero los buenos diagnósticos no siempre llevan la cura del mal. Las medicinas pueden resultar ineficaces y robarnos la esperanza. Tanto así, que estamos hoy sumidos en la peor crisis económica de la historia. No es solo el COVID, sino que antes de ella, ya estábamos en crecimiento negativo del PIB. Para acabar con la corrupción, AMLO tomó medidas que se remontan a sus 100 promesas de campaña, pero incluyó en su equipo a trácalas de ese mismo pasado como a Bartlett, el hampón mayor. Entonces, ¿cómo evaluar si realmente AMLO acabará con la corrupción?
Andrés Manuel, el siempre luchador social, el que cree que, -con solo decirlo, se quita la investidura presidencial para agredir y amenazar-, con su sola palabra será suficiente para erradicar la corrupción. “Nosotros no somos iguales” es una afirmación mesiánica, que hace creer a los creyentes que, si él lo es, todo su equipo también lo será.
El planteamiento de inicio podría remontarse a las teorías X y Y sobre los seres humanos: somos corruptos desde el nacimiento, por nuestro gen, o nos hacemos corruptos por el entorno y esto se hace práctica cultural. AMLO, como muchos simpatizantes de las ideologías de izquierda, afirmamos que los seres humanos somos buenos de origen y es el entorno el que nos mantiene así, o de plano, nos echa a perder.
Por eso, él, AMLO, con su enorme desapego del dinero (pero apego al poder), cree que se barre la escalera de la corrupción “de arriba abajo” y así, extingue fideicomisos, omite los yerros de colaboradores, perdona las contrataciones de familiares en el gobierno, hace asignaciones directas de obras sin licitar, elimina organismos autónomos, cotidianamente afirma que la corrupción “ya se acabó”.
Pero ya son dos años de su promesa de erradicar la corrupción y las evaluaciones externas del Índice Global de Corrupción y Transparencia Internacional o locales como Transparencia Mexicana, no son buenas. Mexicanos contra la corrupción y la impunidad y el IMCO Instituto Mexicano de Competitividad, siempre críticos en gobiernos anteriores, mantienen sus observaciones sobre el creciente número de contratos por asignación directa y esto siempre ha sido, es y será, fuente de corrupción, así sea AMLO el presidente honesto.
El gobierno de la 4T tomó decisiones importantes como concluir la investigación de la Estafa Maestra y reabrir el caso Odebrecht que fueron escandalosos en el volumen de recursos públicos robados.
Además, las restricciones presupuestarias, han forzado al gobierno a tener que operar sin recursos y seguramente son cuidadosos de que no se conozcan operaciones y proyectos “chuecos” por la opinión pública. Por eso, cada vez que un periodista comenta en las “mañaneras” un posible caso de corrupción, como la contratación de funcionarios públicos sin perfil, las asignaciones directas a incondicionales de la 4T o se dan a conocer los patrimonios de funcionarios cercanos al Presidente, se socava la imagen de pulcritud del gobierno federal.
Por eso, es mucho lo que nos toca hacer a todos para que México deje de ser el País corrupto que conocemos. No es solo con leyes duras y cero tolerancia, como lo hizo Singapur, que erradicaremos la corrupción. Requerimos de los gobernantes, actitudes heroicas y valores ejemplares, para transpirar honestidad y sencillez. Los mexicanos no somos corruptos, nos hizo por décadas el entorno. Y esto lo deberemos acabar empezando por nosotros mismos.