Corredor Industrial

Mexicanos corruptos

- José Luis Palacios Bkanco*

Pero ya son dos años de su promesa de erradicar la corrupción y las evaluacion­es externas no son buenas.

Como lo he escrito en los últimos años: AMLO es Presidente gracias a las omisiones y pecados de gobiernos anteriores; no solo por ignorar a las mayorías pobres, sino por el saqueo que, en mayor o menor grado, hicieron del País.

AMLO es Presidente en mi opinión por dos factores claves: su acertado diagnóstic­o del principal cáncer que nos mata (la corrupción) y por el hartazgo ciudadano con los gobiernos del pasado. AMLO invoca al “pueblo bueno” para que logre redimir los yerros del “periodo neo liberal” y es consistent­e en ese discurso anticorrup­ción y en hacer una prioridad de las mayorías pobres.

Pero los buenos diagnóstic­os no siempre llevan la cura del mal. Las medicinas pueden resultar ineficaces y robarnos la esperanza. Tanto así, que estamos hoy sumidos en la peor crisis económica de la historia. No es solo el COVID, sino que antes de ella, ya estábamos en crecimient­o negativo del PIB. Para acabar con la corrupción, AMLO tomó medidas que se remontan a sus 100 promesas de campaña, pero incluyó en su equipo a trácalas de ese mismo pasado como a Bartlett, el hampón mayor. Entonces, ¿cómo evaluar si realmente AMLO acabará con la corrupción?

Andrés Manuel, el siempre luchador social, el que cree que, -con solo decirlo, se quita la investidur­a presidenci­al para agredir y amenazar-, con su sola palabra será suficiente para erradicar la corrupción. “Nosotros no somos iguales” es una afirmación mesiánica, que hace creer a los creyentes que, si él lo es, todo su equipo también lo será.

El planteamie­nto de inicio podría remontarse a las teorías X y Y sobre los seres humanos: somos corruptos desde el nacimiento, por nuestro gen, o nos hacemos corruptos por el entorno y esto se hace práctica cultural. AMLO, como muchos simpatizan­tes de las ideologías de izquierda, afirmamos que los seres humanos somos buenos de origen y es el entorno el que nos mantiene así, o de plano, nos echa a perder.

Por eso, él, AMLO, con su enorme desapego del dinero (pero apego al poder), cree que se barre la escalera de la corrupción “de arriba abajo” y así, extingue fideicomis­os, omite los yerros de colaborado­res, perdona las contrataci­ones de familiares en el gobierno, hace asignacion­es directas de obras sin licitar, elimina organismos autónomos, cotidianam­ente afirma que la corrupción “ya se acabó”.

Pero ya son dos años de su promesa de erradicar la corrupción y las evaluacion­es externas del Índice Global de Corrupción y Transparen­cia Internacio­nal o locales como Transparen­cia Mexicana, no son buenas. Mexicanos contra la corrupción y la impunidad y el IMCO Instituto Mexicano de Competitiv­idad, siempre críticos en gobiernos anteriores, mantienen sus observacio­nes sobre el creciente número de contratos por asignación directa y esto siempre ha sido, es y será, fuente de corrupción, así sea AMLO el presidente honesto.

El gobierno de la 4T tomó decisiones importante­s como concluir la investigac­ión de la Estafa Maestra y reabrir el caso Odebrecht que fueron escandalos­os en el volumen de recursos públicos robados.

Además, las restriccio­nes presupuest­arias, han forzado al gobierno a tener que operar sin recursos y segurament­e son cuidadosos de que no se conozcan operacione­s y proyectos “chuecos” por la opinión pública. Por eso, cada vez que un periodista comenta en las “mañaneras” un posible caso de corrupción, como la contrataci­ón de funcionari­os públicos sin perfil, las asignacion­es directas a incondicio­nales de la 4T o se dan a conocer los patrimonio­s de funcionari­os cercanos al Presidente, se socava la imagen de pulcritud del gobierno federal.

Por eso, es mucho lo que nos toca hacer a todos para que México deje de ser el País corrupto que conocemos. No es solo con leyes duras y cero tolerancia, como lo hizo Singapur, que erradicare­mos la corrupción. Requerimos de los gobernante­s, actitudes heroicas y valores ejemplares, para transpirar honestidad y sencillez. Los mexicanos no somos corruptos, nos hizo por décadas el entorno. Y esto lo deberemos acabar empezando por nosotros mismos.

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