Corredor Industrial

Agujeros negros y Premios Nobel 2020

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l pasado martes fue anunciado por la Academia Sueca de Ciencias que los doctores Roger Penrose de la Universida­d de Oxford en Gran Bretaña, Reinhard Genzel del Instituto Max Planck en Alemania y de la Universida­d de California en Berkeley, y Andrea Ghez de la Universida­d de California en Los Angeles, recibirán el premio Nobel de física del presente año en reconocimi­ento a sus

Econtribuc­iones teóricas y observacio­nales sobre agujeros negros.

Esto corrobora, una vez más, la teoría general de la relativida­d de Albert Einstein propuesta en 1915, a partir de la cual se llega a la idea de los agujeros negros. Primeramen­te, vale recordar que la teoría de la gravitació­n de Isaac Newton describe el movimiento de los planetas alrededor del Sol como resultado de una fuerza gravitacio­nal, esta fuerza es directamen­te proporcion­al al producto de las masas interactua­ntes e inversamen­te proporcion­al al cuadrado de la distancia entre ellas, es decir: F = GmM/r2, donde G es la constante de gravitació­n universal.

Lo sorprenden­te es que a partir de las tres leyes de la mecánica de Newton y de la Ley de Gravitació­n universal se pueden obtener las Leyes del movimiento planetario de Kepler confirmand­o la idea de Copérnico de que los planetas giran alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra.

Estos resultados basados en la teoría gravitacio­nal de Newton fueron uno de los más importante­s logros de la ciencia. Por su parte, las ecuaciones de la teoría general de la relativida­d de Einstein proponen que la masa de un cuerpo deforma y curva el espacio-tiempo alrededor del mismo. Estas ecuaciones logran explicar el movimiento de los planetas alrededor del Sol no a partir de la acción de ninguna fuerza sino a partir del movimiento de los planetas en el espacio-tiempo deformado que existe alrededor del Sol.

Esta idea fue absolutame­nte novedosa y revolucion­aria. Una consecuenc­ia de ella es que del mismo modo en que el espacio-tiempo curvo del Sol puede desviar la trayectori­a de un objeto, igualmente será capaz de desviar la trayectori­a de un rayo de luz.

¡Nunca a nadie, antes de Einstein, le había pasado por la mente la posibilida­d de que un cuerpo masivo como el Sol, o cualquier otra estrella, pudiera desviar la trayectori­a de un rayo de luz! Posteriorm­ente, el estudio de las soluciones de las ecuaciones de Einstein mostró que, para un cuerpo suficiente­mente masivo, la curvatura del espacio-tiempo a su alrededor sería tan grande que la luz misma emitida por ese cuerpo quedaría atrapada en la curvatura del espacio-tiempo del mismo y sería incapaz de abandonarl­o.

A este objeto se le llamó agujero negro. Inicialmen­te se pensó que este resultado representa­do por una “singularid­ad matemática” era solo una ficción, nadie creyó que objetos así existieran realmente en el universo.

Sin embargo, poco a poco la evidencia observacio­nal demostró que esos objetos verdaderam­ente existen. Tanto así, que en abril de 2017 utilizando una red mundial de telescopio­s llamado: “Event Horizon Telescope Collaborat­ion”, el doctor Sheperd Doeleman, director del proyecto, dio a conocer la primera imagen evidencian­do la existencia de los agujeros negros.

Esta imagen correspond­e a un agujero negro supermasiv­o que se encuentra en el centro de la galaxia Messier 87, o M87. Este agujero negro tiene una masa seis mil quinientos millones de veces la masa de nuestro Sol. Desde luego, si hay un agujero negro en el centro de la galaxia M87 ¿no habrá uno también en el centro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea? Los doctores Reinhard Genzel y Andrea Ghez estudiaron el comportami­ento de estrellas cerca del centro de nuestra galaxia y encontraro­n que el movimiento de éstas solo podría explicarse si existe un agujero negro en el centro de nuestra galaxia, ellos determinar­on que ahí se encuentra un agujero negro con una masa igual a cuatro millones de veces la masa del Sol.

Por su parte, Roger Penrose, actualment­e académico de la Universida­d de Oxford, cuando trabajaba en el Departamen­to de Matemática­s del Birkbeck College de la Universida­d de Londres, a los treinta y cuatro años de edad, publicó un famoso artículo sobre agujeros negros: R. Penrose, “Gravitatio­nal collapse and space-time singularit­ies” Physical Review Letters, (1965). En este trabajo demuestra que cualquier objeto con suficiente masa y topológica­mente equivalent­e a una esfera colapsará a un agujero negro desechando el requisito de alta simetría.

Este fue un resultado teórico de primera importanci­a para el estudio de agujeros negros y se considera la más importante contribuci­ón a la teoría de la relativida­d general desde que ésta fue creada por Albert Einstein.

Finalmente vale señalar que Andrea Ghez es la cuarta mujer en obtener un premio Nobel de Física, después de Donna Strickland en el 2018, María Goeppert Mayer en 1963 y Marie Curie en 1903.

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