Un nuevo movimiento
Hace escasamente una semana que el movimiento FRENA, cuya característica principal se centra en la intención de quitar al presidente Andrés Manuel López Obrador de la presidencia de la República, comenzó con un “plantón” en más o menos la mitad de lo que es el Zócalo de la capital de nuestro país. Antes de llegar a ese lugar inició una marcha desde el monumento de la Revolución la que debería concluir precisamente en el Zócalo el mismo día de su iniciación. Sin embargo, unas cuadras antes de que el contingente pudiera arribar a su destino, las fuerzas policiales de la Ciudad de México lo detuvieron en la avenida Juárez cerca de lo que es el Hemiciclo, precisamente, a Juárez.
Esto provocó que los manifestantes se instalarán en esa calle y permanecieron ahí por unos días, hasta que el gobierno de la ciudad les permitió el paso hacia el lugar en donde instalarían el plantón que todavía permanece.
Ante eso, en una colaboración anterior en este mismo diario, en un comentario rápido, dije que había perdido FRENA una muy buena oportunidad de destacar el carácter autoritario de las autoridades federales encabezadas por el presidente y la Ciudad de México. Que tendría que haberse valido de esa circunstancia y retirarse cancelando ese plantón, puesto que la utilización de la fuerza en su contra le daría más armas que, incluso, como sucedió después, plantar sus tiendas en el Zócalo capitalino. Y sigo afirmando lo mismo. Con un buen manejo de propaganda, su fuerza y presencia se habrían fortalecido mucho más que lo que está sucediendo ahora que tiene instaladas sus carpas frente a Palacio Nacional.
Es claro, a mi juicio, que quedar ante los ojos de los demás como una víctima del autoritarismo le iba a ganar más simpatía y adhesión que estar ahí. Ello no obstante que el día tres de este mes hizo una manifestación que, si bien fue abundante, es evidente que no llegó a lo que pretendía, esto es, provocar la caída de López Obrador, que había lanzado el reto de que si reunían 100,000 personas renunciaría.
El fin primordial del movimiento, forzar a renunciar a López Obrador, no es factible políticamente, por la vía de la presión de los plantones y manifestaciones. No es factible porque la fuerza de este personaje no está sólo y únicamente en lo que ha llamado, el pueblo sabio, más de 30 millones de personas que votaron, aunque esa cantidad ha disminuido sensiblemente, sino porque su sustento político está en la abrumadora mayoría que tiene Morena en las cámaras legislativas federales y en que su influencia, más bien dicho su autoridad y mando, es absoluto también en ellas.
Entonces, las manifestaciones y los plantones poco pesan, políticamente hablando, para lo que quiere FRENA. Y esto es así, porque aún si renunciara el presidente, su partido tendría la fuerza suficiente como para imponer el sustituto, genéricamente hablando, que continuaría con la política y, porqué no decirlo, con las mañas características del actual primer mandatario.
En cualquiera de los supuestos establecidos en la Constitución para llenar el hueco por una falta absoluta del presidente, el nuevo ocupante de la silla presidencial sería alguien vinculado y dominado por el saliente y por Morena. Poco o nada se ganaría, probablemente más bien se perdería.
FRENA tiene un gran mérito, su valentía y el haber despertado una oposición no vinculada ampliamente con un partido político, haciendo patente un espíritu de lucha que se había perdido en la ciudadanía, lo cual es muy valioso y habrá que agradecerlo.
Ahora se está gestando una nueva forma de lucha, que creo tiene mucho más sentido político y democrático, y resulta mucho más factible llegar a lo que propone mediante la vía que ofrece para componer las cosas en México, partiendo del ámbito político y democrático. Se ha dado publicidad al movimiento ciudadano Sí por México que está llamando y convenciendo a muchos grupos y asociaciones que estaban trabajando por su cuenta en pro de cambiar el destino tan triste que hasta ahora sufrimos y vemos en lontananza.
En síntesis, busca la cohesión ciudadana por la vía de la democracia, busca según lo que hasta ahora aparece, conjuntar fuerzas, ideas y exaltación razonada, para contrarrestar el arrebato presidencial autoritario, muchas veces contrario a la ley, precisamente con esta, hermanada de una fuerza legislativa federal realmente democrática.
Ojalá se pueda lograr, si los partidos políticos de oposición, cuya experiencia política es importante, ayudan desinteresadamente, o cuando menos no combaten la idea, el propósito fundamental se alcanzará y al final de la jornada el presidente se tragará su sarcasmo e ironía.