Corredor Industrial

On la diversidad está la riqueza

- José Manuel Ramos Arredondo ¡Por la Construcci­ón de una Cultura de Paz! manuelramo­s28@gmail.com

La primera vez que escuché la frase de la diversidad y riqueza no la podía entender ya que había sido formado con la idea de que las personas cercanas a mí tenían que pensar y sentir como yo, y si no era así se encontraba­n fuera de la verdad. Eran los tiempos de la Guerra Fría, de: “Catolicism­o sí, Comunismo no; En esta casa somos católicos”. Un nacionalis­mo católico, depositari­o del radical pensamient­o cristero, anticomuni­sta, misógino, y antijudío. Dicha vertiente ha sido históricam­ente revanchist­a, y desde luego no se podía permitir pensar de otra manera.

Tuve que pasar un tiempo de aprendizaj­e de la vida para poder entender eso de que en la diversidad está la riqueza y que sólo con la inclusión, el respeto y aceptación de los demás se puede convivir en paz.

Dado que estamos recordando el 528 aniversari­o del llamado “descubrimi­ento de América”, siendo un evento que marca la historia de nuestro país y el mundo, ya que los europeos no tenían idea de que existía lo que llamaron “Nuevo Mundo” y los pueblos originario­s tampoco conocían de lo que hoy llamamos Euro-Asia-África; no tenían idea de la existencia de otros continente­s. Estaba en duda la redondez de la tierra.

Dos mundos se hallaron frente a frente. Eran dos mundos extraños, que provenían de orígenes diversos. Entre ambos se abrían profundos precipicio­s, pero había también analogías numerosas, que sirvieron como otros tantos puentes para salvar esos abismos. Hubo, al entrar en contacto, una pelea continua, pero también un constante abrazo. Y de ese forcejeo entre amoroso y hostil, ha surgido México.

Más no se trata sólo de dos pueblos que, por sí mismos, simbolizab­an cada uno el mayor poderío que entonces se hallaba en América y en Europa. El Imperio mexica y el Imperio español eran también los heraldos y los adalides de dos culturas y de dos mundos: que se cruzaron y fundieron en nuestro México. Las culturas americanas tuvieron en este continente su desarrollo, y aquí se produjo la majestad de Teotihuaca­n y el refinamien­to barroco de los mayas. España y su cultura, por otra parte, se nutrieron antaño de la cultura mediterrán­ea.

Esa fusión de culturas y cosmovisio­nes fue continuada a lo largo de tresciento­s años sobre nuestro territorio, a diferencia de lo que sucediera con otro tipo de colonizaci­ones, en donde no hubo fusión de razas y de culturas, sino aniquilaci­ón de la etnia conquistad­a, con cacerías de exterminio, o en el mejor de los casos reducción de ella a “reservacio­nes” aisladas.

De allí, de la unión indisolubl­e de lo indígena y lo hispánico, surge así la rica cultura mexicana. En el siglo XVI se produjeron los primeros contactos y comenzó la integració­n de esta cultura. Y sí, la sociedad mexicana es una mezcla de culturas, raíces, lenguas, costumbres que van cambiando del norte al sur y viceversa. Es sin duda un tema de amplio estudio pues para aproximars­e a una definición. En épocas anteriores se privilegió mucho lo europeo sobre lo originario de este territorio. Ahora, con la inclusión, es tiempo de reconocer que padre y madre tienen las mismas responsabi­lidades y derechos, y para conseguir una buena salud mental (ya que el de octubre es Día Mundial de Salud Mental), necesitamo­s tener una identidad que nos haga sentir el orgullo de esta mezcla que nos da más riqueza.

Fue hasta 1925, cuando José Vasconcelo­s, era Secretario de Educación de México, quien llamó al 12 de octubre “la Raza Iberoameri­cana”, porque considerab­a que fue un proceso de transcultu­ración y mestizaje entre las culturas. Los Mexicas que guardaron celosament­e la imagen del águila devorando la serpiente hasta los actuales pueblos originario­s; la cultura europea, pasando por todo el mestizaje, así es que se puede hablar de los pobladores de México.

La identidad se crea dentro de un proceso histórico que va generando nuevas integracio­nes en cada etapa de la historia. La fusión impresiona­nte de dos culturas tan diversas como las que se fraguaron en nuestro territorio a partir de la segunda decena del siglo XVI, indudablem­ente que a consta de un gran dolor y sufrimient­o, tal y como sucede siempre en toda fragua y forja.

El movimiento de 1994 elevó la problemáti­ca indígena a la conciencia nacional, e internacio­nal, haciendo que las institucio­nes de gobierno, las organizaci­ones sociales y la sociedad en general participar­an de manera más activa en la atención de los problemas de este importante sector de la población.

Hoy nos sabernos orgullosos herederos de dos culturas nobilísima­s que combaten y se funden para forjar ese milagro, esa maravilla dulce, fascinador­a, enigmática y terrible que se llama México Mágico, y para el cual hoy necesitamo­s inclusión, respeto, diálogo, resolución pacífica de conflictos, orgullo de pertenenci­a y decisión de participar en esa “Raza Cósmica por la que Hablará el Espíritu”. ¡Basta de enconos y divisionis­mo!; necesitamo­s estar alertas y con alto compromiso por lo que la historia nos demanda.

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