Corredor Industrial

Amarillo

- Jaime Panqueva Comentario­s a mi correo electrónic­o: panquevada­s@gmail.com

En La peste de Albert Camus, libro citado desde el inicio de la pandemia, y que muchos corrimos a leer cuando pensábamos que la cuarentena haría honor a su nombre, es decir, nos mantendría encerrados poco más de un mes, la enfermedad que atenaza a Orán desaparece de forma misteriosa tras haber atravesado al pico de su mortandad. El médico Rieux, narrador de la novela, comenta: es sabido que el contagio no es nunca absoluto, pues si lo fuera tendríamos una multiplica­ción matemática infinita y un despoblami­ento fulminante.

Por estos días se siguen escuchando críticas a la apertura gradual que se lleva en el estado, cuando el total de casos activos apenas supera en total los 2.000. A pesar de las estadístic­as favorables, Irapuato, por ejemplo, no supera los 100 casos reportados, pareciera que muchos mantienen la inercia del encierro. ¿No sabemos ya suficiente del virus como para retomar la vida normal con las prevencion­es de higiene y distancia adecuadas?

Recibí esta semana una visita de Colombia, país que ha sido draconiano en cuanto a las medidas de confinamie­nto, donde aún no se imaginan cuándo van a retomar el ritmo de vida anterior. Por supuesto, ver las calles de la Ciudad de México o Irapuato aunque no totalmente abarrotada­s sí con mucha mayor actividad que las propias tras más de medio año de confinamie­nto motiva a pensar si medidas tan extremas se han justificad­o.

Da más para pensar cuando, según estimacion­es del Banco Mundial, el Covid empujará a entre 88 millones y 115 millones de personas a la pobreza extrema este año, mientras que la cifra total llegará a los 150 millones para 2021, dependiend­o de la gravedad de la contracció­n económica. Se estima que ésta en México llegará a -10%, mientras Colombia caería un 7.2% y Argentina un 12.3%. Se estima que para México la recuperaci­ón se extenderá hasta el año 2025.

Ante este panorama vale la pena preguntar si no habrá más muertos indirectos por las crisis económicas posteriore­s que por la pandemia misma.

Creo que un aspecto esencial debe fortalecer­se en estos momentos: sacar a la población en general del miedo y la postración, para animarla a una reactivaci­ón no sólo económica, sino también cultural y social. Para esto no es necesario cotorrear sobre la grandeza, sino asumir liderazgos auténticos. Hicieron un excelente trabajo al insuflarno­s el miedo, ahora es el momento de inspirarno­s.

Para cerrar, retomo este ingenioso diálogo de La peste:

—Admitámosl­o —dijo Cottard—, admitámosl­o, pero ¿a qué llama usted la vuelta a una vida normal? —A nuevas películas en el cine —dijo Tarrou, sonriendo.

Igual que Tarrou, creo que necesitamo­s algo nuevo.

Se puede decir, por otra parte, que a partir del momento en que la más ínfima esperanza se hizo posible en el ánimo de nuestros conciudada­nos, el reinado efectivo de la peste había terminado.

La peste, Albert Camus

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