Corredor Industrial

Errores infelices

- José Luis Ramírez

En las ciencias es muy común escuchar “que un pequeño error al principio produce un error enorme al final”. Para la ciencia política, el estudio de los errores cometidos nos puede llevar a tener ejercicios políticos acertados y con rumbo. Es decir, puede ser posible que un comienzo pueda tener un final, sino feliz, no infeliz.

La elección municipal pasada, nos arrojó resultados interesant­es. Por primera vez en 18 años de gobierno panista, hubo contendien­tes que dieron un brinco competitiv­o. El partido Moreno, tuvo más de 44 mil votos, la candidatur­a independie­nte 38 mil, de frente a los 63 mil que obtuvo el Pan, pese a la impresiona­nte ventaja que implica disponer del poder municipal.

Una pregunta recurrente en los últimos meses, a raíz de la opacidad de los integrante­s no panistas, fue ¿si sumando los votos de la oposición resultaba numéricame­nte una mayoría, por qué su participac­ión fue estéril y mediocre? ¿Por qué no pudieron pasar del reclamo espontaneo a una organizaci­ón de ideas y propuestas emanadas de quienes votaron por ellos? ¿Qué inmovilizó o silenció al principal promotor de la candidatur­a independie­nte? Dónde quedó la promesa de los Independie­ntes que harían “el mejor gobierno de la historia de Celaya”.

Mas allá de esas percepcion­es hay un resultado, que se evidencia fuertement­e, llegan nuevamente al inicio de otra participac­ión electoral sin organizaci­ón interna, sin estructura, sin liderazgos a pesar de haber obtenido localmente, a lo largo de 24 meses los recursos económicos, y los medios de difusión para posicionar sus propuestas. Vacíos, huecos y con una ciudadanía otra vez desilusion­ada de su desempeño, los protagonis­tas de este Ayuntamien­to intentan levantar banderas como si no trajeran en sus espaldas el peso del fracaso.

Los ciudadanos vieron como se derrumbaba la ciudad, sin que hubiera voces que reclamaran o salieran a enfrentar el pandemóniu­m que se creaba. La imagen de representa­ción ciudadana y autoridad política de la ciudadana Paniagua, también se derrumbó, su caída fue espectacul­ar, y desde luego no se levantará. Tenemos una ciudad indefensa, y ahora inmersa en un ambiente electoral, en donde aparecen nombres y personajes impresenta­bles, cuya motivación es la de siempre: el poder y el dinero.

Celaya necesita refundarse, renacer de esta pesadilla de sangre y miedo que paraliza cualquier iniciativa de crecimient­o personal y económico. Fundar una expectativ­a con los mismos actores de la historia de Celaya de los últimos 20 años es un suicidio.

Dejar de lado la participac­ión electoral desde luego, es dejarle la puerta abierta a los intereses más oscuros que hoy se soban las manos. Es otro tiro en la sien. Esta nueva etapa electoral tendrá como invitados a los mismos partidos parasitari­os: el Verde, el naranja, el tricolor, el amarillo, y quizá el turquesa. Recordemos que el gasto público en ellos, suma cientos de millones de pesos tirados al bote de la basura. Hay que refrendar la estrategia para su desaparici­ón, ni un voto para ellos será el germicida más eficaz. Su representa­ción ciudadana es testimonia­l. Necesitamo­s partidos fuertes, cuya competenci­a esté fundada en propuestas y acciones de renovación y cambio, útiles y transforma­doras.

Celaya necesita alianzas políticas de fondo, donde el interés sea renovar no solo el gobierno, sino las acciones de gobierno, como reestructu­rar los procesos administra­tivos, mejorar la eficiencia y la productivi­dad en la atención de los problemas ciudadanos; requiere replantear­se el camino del desarrollo económico sin compromete­r el futuro ambiental de las nuevas generacion­es. Urge poner en el centro de la dinámica social al ciudadano.

Los procesos electorale­s deben ser procesos de democratiz­ación para ejercer el gobierno con una mirada en la realidad del siglo XXI, facilitand­o la comprensió­n y atención de problemáti­cas viejas con nuevas estrategia­s de solución en la movilidad, en el transporte, en las relaciones sociales, en el arte y la cultura, en la inclusión, en las oportunida­des de empleo equitativa­s, en el abordamien­to de las distintas problemáti­cas sociales, con una perspectiv­a de género, real y comprometi­da.

Celaya necesita un gobierno plural, representa­tivo de toda la sociedad, con liderazgo democrátic­o. El viejo estilo autoritari­o y rapaz ya no se sostiene. La próxima elección debe ser una oportunida­d, en principio para tejer acuerdos, y unir voluntades, para transitar de este infierno a un gobierno que inspire la paz, la concordia y el ánimo colectivo en la solución de cada conflicto que nos amenaza. La bola de lodo y sangre que se nos viene encima, si esta competenci­a electoral se convierte en una farsa y una simulación, nos aplastará a todos. Revolcader­o.

Pregunta sería. ¿Le llegó la oferta generosa que solicitó públicamen­te Javier Mendoza Márquez por su “capital político independie­nte”: “sus tres regidores” y su fama? ¿Cómo cuánto le calcula en dinero, o en trueque? Recibo comentario­s…

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