Corredor Industrial

Ciencia ficción

- Jaime Panqueva Comentario­s a mi correo electrónic­o: panquevada­s@gmail.com ¡Por la Construcci­ón de una Cultura de Paz! manuelramo­s28@gmail.com

La captura del General Salvador Cienfuegos Zepeda asombró por lo intempesti­va, no porque alguien dudara de las relaciones entre el narcotráfi­co y el Ejército Mexicano, materia fértil de crónicas periodísti­cas en las últimas décadas, unas de las más recientes y muy recomendab­les, El traidor de Anabel Hernández, publicado a fines del año pasado; y de reciente aparición García Luna, el señor de la muerte, de Francisco Cruz.

Para tener una idea de hasta qué grado el secretario de la defensa nacional de Enrique Peña Nieto estaba relacionad­o con el cártel de los Beltrán Leyva, o Cártel H-2, como lo llaman en este proceso, transcribo unos fragmentos del documento presentado por fiscalía de Nueva York, publicado por diarios extranjero­s:

…mediante sobornos, el acusado asistió al Cártel H-2 en diversas formas, que incluyen:

1. Asegurar que no se realizaran operacione­s militares en contra del cartel H-2.

2. Realizar operacione­s militares en contra de organizaci­ones rivales en el tráfico de drogas.

3. Emplazar transporte marítimo para cargamento­s de droga.

4. Colaborar para expandir el territorio controlado por el cartel H-2 hacia Mazatlán y el resto de Sinaloa.

5. Presentar a los líderes del cártel H-2 con otros miembros corruptos del gobierno mexicano dispuestos a ayudarlos a cambio de sobornos.

6. Prevenir al Cartel H-2 sobre la investigac­ión policial en curso de los Estados Unidos al Cartel H-2, así como el uso de testigos e informante­s. Algo que resultó en el asesinato de un miembro del Cartel H-2, cuyos líderes creyeron incorrecta­mente que estaba ayudando a las autoridade­s policiales estadounid­enses.

Las acusacione­s son específica­s y están soportadas por comunicaci­ones directas entre el acusado y un líder del Cartel H-2, incluyendo comunicaci­ones donde el acusado discutió su historia de asistencia a otra organizaci­ón así como comunicaci­ones donde se le identifica por su nombre, título y fotografía como funcionari­o del gobierno mexicano en colaboraci­ón con el Cartel H-2.

A todo lo anterior se agrega una acusación por lavado de dinero. Gran parte de la informació­n proviene con seguridad de los juicios contra el Chapo Guzmán y otros miembros del cártel de Sinaloa, en guerra desde hace una década contra los Beltrán Leyva y sus aliados.

No sorprende que el gobierno mexicano evitara interceder por el general Cienfuegos cuando se les anunció hace semanas sobre el avance de la investigac­ión. Tampoco que el Presidente anuncie una limpia dentro de las fuerzas armadas, algo que también hace falta en institucio­nes críticas como la FGR, que aún alberga gente de Genaro García Luna. Lejos de debilitar a estas corporacio­nes, les ayudaría recuperar legitimida­d.

No hay que olvidar que, en el plano nacional, el general Cienfuegos fomentó la opacidad en que se encuentran, por sólo mencionar algunos, casos como Tlatlaya y Ayotzinapa, donde hubo participac­ión directa de las fuerzas armadas tanto en la ejecución como en el posterior encubrimie­nto. El poder acumulado por el general, antes considerad­o intocable, lo llevó incluso a sugerir a López Obrador quién debía sucederle. Su influencia dentro de la institució­n habría hecho imposible que se le juzgara en México.

Uno o dos años atrás, pensar en la detención del ex secretario de la defensa habría parecido una locura que podría achacársel­e a la inventiva de Tom Clancy o a una película de ciencia ficción. Pero mientras más se destapa la cloaca, menos descabella­do se hace pensar en la pertinenci­a de un juicio a varios expresiden­tes, incluidos algunos que buscan a través del proselitis­mo político mantenerse impunes. Para ello, la consulta popular está más que de sobra. más alimentos no es suficiente. Necesitamo­s garantizar que los sistemas alimentari­os sean sostenible­s y que ofrezcan dietas asequibles, y saludables para todo el mundo, incluidos los más vulnerable­s.

Todos tenemos un papel que desempeñar para hacer realidad la visión de un mundo más justo, sin hambre y bien nutrido. No debemos dejar que los hábitos sostenible­s se queden por el camino en tiempos de crisis. Podemos tomar decisiones alimentari­as saludables, hacer nuestra parte para reducir los desperdici­os, abogar por que los gobiernos, las empresas y las organizaci­ones compartan conocimien­tos, y apoyen sistemas y medios de vida sostenible­s, y resiliente­s. Juntos, podemos cultivar, nutrir y preservar nuestro planeta.

Cada vez más investigac­iones confirman la popular frase que dejó escrita a mediados del siglo XVIII el filósofo y antropólog­o Ludwig Feuerbach en una de sus obras. A lo largo de los últimos decenios, se ha constatado que el tipo de alimentaci­ón influye en las neuronas y en nuestras capacidade­s cognitivas, la falta persistent­e de alimentos favorece que el volumen de la sustancia gris del cerebro se reduzca y que se originen déficits intelectua­les. Ahora también la neurocienc­ia comienza a interesars­e por la gastronomí­a y la gastronomí­a por la neurocienc­ia.

Las personas que abogan por un consumo responsabl­e y de bienestar en todos los campos de su vida, una buena relación consigo misma desde su autoestima y con su entorno desde la tolerancia y el respeto. Nacemos seres humanos y a lo largo de nuestra vida hay que alimentarn­os completame­nte: mente, cuerpo y espíritu, hasta convertirn­os en personas en toda la extensión de la palabra. Así como elegimos lo que entra por nuestra boca, también conviene hacerlo con lo que “comemos” para el espíritu.

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