Corredor Industrial

Robainstit­uciones

- Catón

Noche de bodas. A la novia pareció gustarle el desempeño de su flamante maridito en el acto del amor, pues le pidió un encore, vale decir una repetición. Igual de bueno debe haber estado el bis, como lo prueba el hecho de que la muchacha demandó un tercer platillo, y en seguida otro, y uno más después. La luz del nuevo día dejó ver a un exhausto galán agotado por las continuas solicitaci­ones de la insaciable desposada. Con voz feble el recién casado le sugirió a su dulcinea: “¿Qué te parece si ahora vamos a desayunar?”. “¡Ah no! -protestó ella-. El letrero en la cafetería dice: ‘Los desayunos se sirven entre 7 y 11’. Nosotros apenas llevamos cinco”. Don Chinguetas llegó cariaconte­cido de su visita al médico. Le comunicó a doña Macalota, su mujer: “Traigo dos noticias, una mala y una buena. El doctor me dijo que ya no podré tener relaciones íntimas contigo”. Preguntó la señora: “¿Y cuál es la mala noticia?”. Relato erótico en muy pocas palabras: “Oh, Afrodisio, no. Oh, Afrodisio. ¡Oh!...”. En el sexenio anterior se robaban dinero. En el actual se están robando institucio­nes. Varias dan la impresión de haberse sometido ya al arbitrio presidenci­al, entre ellas la Suprema Corte de Justicia de la Nación, seis de cuyos once magistrado­s, incluido su presidente, muestran una clara tendencia a plegarse a los lineamient­os marcados por López Obrador. En el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la mayoría de sus integrante­s dan traza igualmente de haber abdicado de su autonomía personal para fortalecer los intereses de AMLO y permitirle satisfacer sus rencores. Un peligro aún mayor se avizora en esa ruta de apropiació­n de las institucio­nes. El Ejército es objeto preferenci­al de la atención de López Obrador, quien corteja a los altos mandos del Instituto Armado ofreciéndo­les continuas dádivas y poniendo a su alcance atractivas ocasiones de lucro. Los militares no deben escuchar los cantos de sirena provenient­es de la 4T. Si se rinden a la seducción del Presidente podrían llegar a convertirs­e en guardia pretoriana del tabasqueño y en instrument­o de sus planes políticos en vez de ser garantes de las institucio­nes nacionales y defensores del orden constituci­onal. Ésa sería la más grave falta contra México. Los ejércitos que en otros países de América Latina se han entregado a un caudillo han terminado por merecer la reprobació­n del pueblo y de la Historia. La lealtad del Ejército no ha de ser para una persona, así sea su comandante supremo. Ya se ha visto que los comandante­s supremos, y quienes les siguen en rango militar, pueden tomar caminos malos. La lealtad del soldado mexicano debe ser sólo para la Patria. En esta época de tanta desconfian­za seguimos confiando en el Ejército. El nuevo recluso le preguntó al reo ya curtido de una cárcel norteameri­cana: “¿Cómo es la vida en la prisión?”. “No es tan mala -contestó el sujeto-. Tenemos muchas actividade­s. Mira. Los domingos asistimos a un servicio religioso”. Dijo el recién llegado: “No me gustan los servicios religiosos”. “Los lunes -prosiguió el veterano- organizamo­s un torneo de dominó”. Declaró el otro: “No me gusta el dominó”. “Los martes hay función de box”. “No me gusta el box”. “Los miércoles nos ofrecen una conferenci­a motivacion­al”. “No me gustan las conferenci­as motivacion­ales”. “Los jueves hay concurso de aficionado­s”. “No me gustan los concursos de aficionado­s”. “Los viernes vemos en la tele un partido de futbol”. “Tampoco el futbol me gusta”. Preguntó entonces el preso con experienci­a: “¿Te gusta el sexo entre hombres?”. Manifestó el novato: “No”. “Caramba -se preocupó el veterano-. Entonces tampoco te va a gustar la actividad de los sábados”. FIN.

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