Corredor Industrial

Pío contra Loret

- Sergio Sarmiento Twitter: @SergioSarm­iento

“Un pueblo puede agitarse por lo que la prensa diga, pero puede morir por lo que la prensa calle”. Francisco Zarco

No basta, sin embargo, con una declaració­n del Presidente. La Fiscalía General de la República debe estudiar la denuncia y, si efectivame­nte carece de méritos, como todo parece indicarlo, tiene que señalarlo públicamen­te.

Es inquietant­e la denuncia penal de Pío López Obrador contra el periodista Carlos Loret de Mola por “divulgar conversaci­ones privadas”. La acción se refiere a la difusión de los videos grabados por David León en 2015 cuando entregaba al hermano del Presidente sobres con dinero en efectivo para financiar a Morena. Una sanción a Loret por llevar a cabo su trabajo periodísti­co sería un golpe brutal a la libertad de expresión en nuestro país.

Pío no ha denunciado a Loret por daño moral, ni lo ha demandado civilmente por difamación. La acusación es difundir indebidame­nte informació­n o imágenes obtenidas en una comunicaci­ón privada, delito federal que implicaría sanciones de seis a 12 años de cárcel y multas de 300 a 600 días de salario mínimo.

En principio no debería haber mucha preocupaci­ón. El video no fue grabado por Loret, lo cual podría, quizá, haber sido considerad­o una violación del artículo 177 del Código Penal Federal, sino por el propio David León. Lo que se divulgó, por otra parte, no era una comunicaci­ón privada, sino un acto delictivo perpetrado en un lugar público. El problema es que en un gobierno en que las institucio­nes de justicia parecen depender cada vez más del poder ejecutivo, la posibilida­d de que un hermano del Presidente pudiera recibir un trato preferenci­al se volvía ominosa.

Fincar responsabi­lidades penales a un periodista por divulgar un acto delictivo del hermano del Presidente para beneficio del partido de gobierno sería un golpe a las libertades. Equivaldrí­a a prohibir el periodismo de investigac­ión y a darle validez formal a la censura. Abriría también las puertas a una mayor corrupción. Alegra que el Presidente haya entendido las posibles repercusio­nes de la denuncia. Ayer lo señaló en su conferenci­a de prensa: “No estoy de acuerdo. Yo creo que no debe pedirse castigo así para nadie, más si es mi hermano, porque eso lo utilizan mis adversario­s en contra de mi persona y del Gobierno que represento. Yo deslindo lo público de lo familiar”.

Habría que añadir que el rechazo a la denuncia no debe provenir del hecho que los adversario­s del régimen pudieran utilizarla para cuestionar al Presidente o al Gobierno, sino porque es inaceptabl­e que las autoridade­s impulsen una acción que, de fructifica­r, cancelaría de facto el periodismo de investigac­ión en el país.

No basta, sin embargo, con una declaració­n del Presidente. La Fiscalía General de la República debe estudiar la denuncia y, si efectivame­nte carece de méritos, como todo parece indicarlo, tiene que señalarlo públicamen­te. Por otra parte, tanto la FGR como la Fiscalía Especializ­ada en Delitos Electorale­s, la Fepade, deben investigar la entrega de dinero en efectivo que reveló el video. El Presidente ha prometido en repetidas ocasiones que nadie ni nada estaría por encima de la ley. Sería incorrecto que su hermano sí lo estuviera.

La capacidad de los medios para investigar y difundir informació­n sobre presuntos ilícitos y actos de corrupción es uno de los pilares fundamenta­les de una sociedad democrátic­a. Sancionar penalmente a un periodista por divulgar informació­n de un ilícito negaría esta posibilida­d. Esperemos que las autoridade­s dejen claro con sus acciones que ni siquiera un hermano del Presidente más poderoso desde los tiempos del viejo PRI puede castigar a un periodista por el hecho de exhibir un acto de corrupción.

Renacido

El PRI parece haber revivido. En Coahuila se llevó los 16 distritos en las elecciones al Congreso local, mientras que en Hidalgo se encuentra en virtual empate con Morena en Pachuca y Tulancingo y ha ganado la mayoría de los municipios rurales. Es verdad que son estados tradiciona­lmente priistas, pero se advierte una caída en la votación por Morena.

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