Corredor Industrial

Bocanada de aire plural

- Enrique Gómez Orozco

La elección de Coahuila e Hidalgo trae aire fresco a la vida política nacional. El ambiente recargado de una sola voz y un solo partido cambió con viento del norte: el PRI gana todas las diputacion­es de ese estado. Nadie vio compra de votos, carruseles o trampas electorale­s. El PAN se desdibujó y a Morena no le alcanzó para mucho.

En Hidalgo las cosas estuvieron más apretadas pero en votación el PRI retuvo muchos municipios y tiene en disputa Pachuca, la capital, que antes estaba en manos del PAN. Las encuestas se acercaron al resultado pero no con tanta precisión como para augurar la aplanadora priísta en Coahuila.

En Guanajuato muchos amigos aplaudiero­n el resultado, algo nunca visto: sintieron un gran alivio por el triunfo del tricolor. Por la noche llamé a dos amigos, uno priísta de cepa y otro panista de corazón. Tenemos años de discutir quién ha sido mejor gobernante, quién se destaca y, bueno, nunca se ponen de acuerdo. Por oficio me gusta dar mi punto de vista sin tener partido. Por lo general voto por el candidato y no por el partido. Después de la llamada mi amigo panista no podía ocultar su alegría. El fantasma del totalitari­smo morenista se había ido por las hendiduras o ni siquiera apareció.

Pasaron ya muchas cosas para que el país pueda regresar al pasado de un partido hegemónico que dicte todas las políticas públicas desde una ideología ya superada. José Antonio Meade, a quien admiro y respeto muchísimo, tuvo la sabiduría de decir: México ya tiene 3 alternanci­as. El PAN ganó al PRI en el 2000; el PAN repitió en 2006 y el PRI recuperó la presidenci­a en 2012. Vivimos la tercera alternanci­a con el triunfo de Morena.

La llamada Cuarta Transforma­ción ha destruido institucio­nes, obras valiosas y ha creado un ambiente de oscuridad porque no tiene en realidad un proyecto serio para el futuro. El asistencia­lismo no resolverá el problema de la pobreza ni el de la educación. Tampoco puede con la salud pública y fracasa con la seguridad. Meade lo dice con un gran estilo político pero con la visión y experienci­a del hombre más preparado para gobernar: el país volverá al crecimient­o y a la prosperida­d porque habrá otra alternanci­a. No se refiere al PRI ni al PAN. Puede surgir un nuevo partido bajo el liderazgo de un joven como Emmanuel Macron de Francia o del talento de Justin Trudeau de Canadá.

Dos estados no son una medida estadístic­a para pronostica­r el resultado del 2021, pero hacen pensar en muchas cosas. Primero: Morena no tiene segura la mayoría en el Congreso sin López Obrador en la boleta. Segundo: Ni el PRI ni el PAN están acabados. Tercero: los partidos pequeños de utilería no serán definitori­os el año que viene. Quinto: el daño causado a la economía por la pandemia y los errores de gobierno pesarán más que el carisma y el aprecio de los sureños al Presidente.

Lo mejor de todo es que la elección transcurri­ó en paz. Hasta el mismo López Obrador celebró la contienda. Sabe que su partido, muy partido, tendrá graves problemas para conjuntar a los mejores candidatos. Y muchos que tenían toda la esperanza puesta en contender por Morena, lo pensarán dos veces. Lección: Morena no puede ser el partido hegemónico, como lo fue el PRI durante 70 años. Eso se acabó.

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