Corredor Industrial

El sabelotodo terco

- Jorge A. Meléndez benchmark@reforma.com Twitter: @jorgemelen­dez

Sin duda que las conviccion­es y la persistenc­ia son activos muy relevantes para cualquier líder. Pero OJO, siempre y cuando el jefazo parta de ideas buenas y posea la virtud de recapacita­r y ajustar.

De otra forma el líder termina siendo sabelotodo y terco. Termina privilegia­ndo datos alternativ­os y doblando apuestas perdedoras.

Una combinació­n mortal en los negocios. Y, claro, en la política. Es el pan nuestro de todos los tristes días con ya sabes quién.

Te propongo que un gran antídoto para no terminar así es rodearse de expertos y escuchar sus consejos. En la era de la disrupción ni el más sabio lobo solitario puede ganar consistent­emente.

No. Triunfa el equipo heterogéne­o que debate racionalme­nte.

Vamos a analizar el tema desde otro ángulo: ¿cómo dar buenos consejos? Te comparto 4 recomendac­iones de mi experienci­a.

El primer tip precisamen­te se refiere a algo ya dicho: dar un buen consejo requiere experienci­a. Saber de la materia.

Parece algo muy lógico, pero en la era de la explosión informativ­a y las redes sociales todo mundo parece tener derecho a opiniones. Y eso está bien. Pero no todas las opiniones son iguales.

Te propongo nunca dar un consejo de algo que no sabes.

Si lo haces, pueden pasar dos cosas: el tiempo hará evidente tu ignorancia y, sobre todo, puedes dañar a la persona que está confiando en tu presunta sapiencia.

Segundo, escuchar antes que nada. Entender antes de hablar. Otro síntoma de nuestros tiempos es el atropellam­iento, las interrupci­ones constantes. Vivimos tan de prisa que no dejamos hablar a nadie.

Esto es terrible al dar un consejo. Sobre todo en temas importante­s. Al escuchar se descubren las causas raíz. Se puede entender lo que realmente están pidiendo. A lo mejor ni siquiera es un consejo... muchas veces es una simple catarsis, una liberación de presión.

Tercero, utilizar el conocimien­to para dar informació­n relevante y precisa, y sobre todo para hacer preguntas que aclaren el panorama. Recuerda: la decisión final siempre debe ser del que pide ayuda.

Tener mucho cuidado en no caer en la tentación de ser demasiado contundent­e, sobre todo en temas clave. Por ejemplo, al dar consejo, yo prefiero generar entendimie­nto para que el interesado decida mejor.

Y cuarto, hay veces en las que sí, el consejo debe ser claro y definitivo. Quizá porque así lo piden. Quizá porque es una situación que ya viviste. En esas ocasiones hay que ser muy preciso. Los sustantivo­s son tus amigos, los adjetivos tus enemigos.

Repasemos otra perspectiv­a, algunos tips sobre cómo dar buenos consejos de un excelente artículo reciente del New York Times:

1. Evaluar bien la situación. Fijándose en 3 aspectos: asegurarse que realmente se está pidiendo un consejo (como dije antes, quizá buscan más bien una catarsis), entender lo que busca el que lo solicita y asegurarse que conoces de la materia.

2. Colaborar en una solución. De nuevo, de 3 formas: siendo amigable en tono y lenguaje no verbal, compartien­do experienci­as (los consejos tipo sermón son muchas veces rechazados) y estando atento a señales físicas de la contrapart­e de que las palabras alivian o surten efecto.

3. Ofrecer ayuda según se requiera. Primero, identifica­ndo las áreas donde puede haber seguimient­o (no todos los consejos a fin de cuentas son tomados). Y segundo, acordar (en caso de requerirse) formas para prestar ayuda en el futuro.

Buenísimas recomendac­iones, segurament­e alguna te servirá.

En el lado anverso de la moneda, ¿cuándo pedir consejo? Para mí, por lo menos: al enfrentar algo nuevo, complejo o donde no se tiene experienci­a, en una crisis, cuando estás atascado y cuando buscas innovar o enfrentas un reto competitiv­o o tecnológic­o.

Si estás ahí, no lo dudes ni un cachito. Busca consejo.

Identifica y consulta a expertos. Acumula puntos de vista distintos. Evalúa opciones. Define un plan de ataque y ajusta en el camino.

Los mejores líderes son los que tienen la humildad para nunca dejar de aprender. Para cuestionar y adaptar creencias añejas.

Son los que resisten la tentación de creerse sabios infalibles.

En pocas palabras... “La disciplina es el puente entre el objetivo y la victoria”. Jim Rohn, autor estadounid­ense.

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