Secuelas impredecibles
Hay una gran ligereza frente a las consecuencias de una infección de Covid-19. Familiares de enfermos observan cambios en el temperamento, lapsos de memoria ida, cansancio crónico y daño pulmonar. La pandemia no sólo mata, también daña. Como el virus es nuevo, ignoramos sus consecuencias a largo plazo. Todo dependerá de la intensidad de la infección, la duración de la enfermedad y seguro que también las condiciones previas de la persona afectada.
Y, ¿qué tal si las secuelas de una enfermedad pudieran cambiar la historia como sucedió después de la Primera Guerra Mundial? Al fin del conflicto en 1918 siguió la cobranza de cuentas entre países europeos. Francia, dañada y cansada quiso cargar los daños de la guerra a Alemania. El primer ministro de Francia, Georges Clemenceau, pidió reparaciones económicas y territoriales a Alemania. El presidente norteamericano Woodrow Wilson no estaba de acuerdo. Alemania también estaba destrozada y su población sufriría por el pago de la deuda además del esfuerzo de su reconstrucción.
Cuando estaban en pleno acuerdo en París, Wilson se enfermó de la llamada “Gripe Española”. La infección tuvo un efecto en su personalidad, en su capacidad de razonar y de atender a cabalidad el resultado del Tratado de Versalles. Enfermo, perdió la fuerza, y enclaustrado en el Hotel du Prince Murat, comenzó a tener obsesiones extrañas. Según narra el historiador John Barry, a Wilson le preocupaban los muebles del hotel y quién usaba los autos de la embajada. Otra obsesión paranoica era creer que estaba rodeado de espías franceses.
Clemenceau logró un Tratado de Versalles que apretó la economía y el orgullo alemán. Sin saberlo, los aliados preparaban el terreno al Nacionalsocialismo y a Hitler. Imposible saber si Hitler hubiera llegado al poder en una Alemania a la que no hubieran castigado tanto Francia e Inglaterra. O, si Wilson no se hubiera enfermado de influenza, con salud, se hubiera enfrentado a Clemenceau.
La llamada “Gripe Española” aceleró el fin de la Primera Guerra Mundial.
El Covid-19 tuvo mucho que ver con la derrota de Donald Trump. Tal vez evitó una guerra con Irán o el nacimiento de una nueva Guerra Fría de Estados Unidos con China. Lo cierto es que las pandemias cambian la historia.
En México la llamada 4T puede desfondarse ante la calamidad que vivimos. Ha sido tan mal llevado el sistema de salud pública, que permea en el ánimo nacional sin remedio. Si llegamos a una sobremortalidad de 300 mil mexicanos este año, querrá decir que puede haber 10 o 15 millones de infectados con secuelas. El daño colateral económico en nada se parece a un anillo puesto en el dedo, sino una corona de espinas sobre los pobres y quebrantos para la clase media, desestabilizada en su ingreso. De un tajo perdimos el 10 por ciento de nuestra producción nacional, algo nunca visto desde 1932.
Y si eso sucede en la política nacional, en el ámbito comunitario y familiar, los estragos y las secuelas de la enfermedad también cambiarán relaciones y destinos. No seremos el mismo país ni la misma generación. Un antes y un después de la pandemia emergerá como una grieta histórica de consecuencias impredecibles. (Continuará)
“. Distribuirán la Guía Moral de la 4T.”.