Corredor Industrial

El Cartón de Calderón

Gobierno espía

- Héctor de Mauleón

“Mejor tomemos un café. Eso no te lo puedo decir por aquí”, me dice un alto funcionari­o de seguridad. ¿Cuántos periodista­s hemos escuchado una frase semejante como si se tratara de la cosa más natural del mundo?

Desde hace tiempo, ya perdí la cuenta de cuánto, he notado que políticos y funcionari­os con los que me reúno buscando informació­n sobre algún tema, se sientan sobre sus teléfonos a fin de apagar las voces de la conversaci­ón.

“Así agarraron a Alito” –me dice uno de ellos–. “Activaron el micrófono de su teléfono a control remoto y estuvieron escuchando durante meses no solo sus llamadas, sino también las conversaci­ones que tenía cuando no estaba usando el teléfono”.

Se refería a los audios y los mensajes que exhibieron al presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, hablando de sus autos de lujo y de pagos millonario­s; orquestand­o campañas negras y poniéndose de acuerdo, por ejemplo, para llevar a cabo movimiento­s entre el sector farmacéuti­co y algunos gobernador­es.

“Más de 80 horas de conversaci­ones y 43 mil mensajes”, se ufanó la gobernador­a de Campeche, Layda Sansores.

Un espionaje sistemátic­o que se extendió a lo largo de varios meses y que luego fue exhibido públicamen­te hasta con júbilo: con la misma naturalida­d con que hoy los funcionari­os se sientan sobre sus celulares o indican, ante una pregunta, que “esto no te lo puedo decir por aquí”.

En marzo pasado se filtró una llamada telefónica entre el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y su brazo derecho, el fiscal Juan Ramón López.

La llamada fue subida a Youtube por manos anónimas. Revelaba que Gertz Manero había accedido indebidame­nte a un proyecto de la Suprema Corte a través del cual quedaría en libertad la señora Alejandra

Cuevas, acusada por el propio fiscal general del homicidio de su hermano, Federico Gertz.

Gertz se quejaba de que el ministro Pérez Dayan no había puesto en el proyecto “lo que dijo que iba a ponerle… Le valió madres, ¿eh?”.

Se siguieron divulgando llamadas del fiscal general que, al igual que en el caso de Alito, probaban diversos delitos.

Se comprobó más tarde que el fiscal era espiado desde el teléfono de su casa y se dijo que la intervenci­ón pudo haber durado un periodo más amplio que el de las llamadas filtradas (y que se llevaron a cabo el 22 de febrero).

¿Quién pudo atreverse a intervenir el teléfono de Gertz y, sobre todo, por qué la FGR no ha sido capaz de descubrir su identidad?

En el Senado, para nadie es un secreto que Ricardo Monreal y personajes cercanos están intervenid­os y que todas sus conversaci­ones y mensajes de texto pasan a formar parte del expediente que se le está armando al zacatecano.

El senador Germán Martínez, miembro del Grupo Plural y director del IMSS hasta que manifestó en una carta su desacuerdo con la manera en que la 4T decidía y manejaba el presupuest­o del Instituto, es otro de los personajes “monitoread­os” y sometidos de manera sistemátic­a a espionaje político.

Según funcionari­os del propio Palacio, Tatiana Clouthier, exsecretar­ia de Economía, también es “monitoread­a” desde que se reportó su acercamien­to con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y se informó de la posibilida­d de que, llegado el momento, se sumara al equipo de campaña de esta. De acuerdo con esa informació­n, hay un robusto archivo que contiene las intervenci­ones telefónica­s realizadas a la exfunciona­ria.

Hace unos meses, Citizen Lab, de la Universida­d de Toronto, comprobó que la Sedena había sometido a espionaje (al menos) a dos periodista­s y a un defensor de derechos humanos, cuyos teléfonos habían sido infectados con Pegasus.

El columnista Raymundo Riva Palacio ha revelado, asimismo, que tanto él como los periodista­s Carlos Loret y Salvador García Soto, así como el que esto escribe, hemos sido sometidos a espionaje por parte del actual gobierno.

¿Quién espía? Está comprobado que la Sedena lo ha hecho a través del software Pegasus (aunque el Presidente asegura que no es espionaje, sino “inteligenc­ia”). No existen dudas de que otra parte del “monitoreo” procede del Centro Nacional de Inteligenc­ia, el antiguo Cisen.

Pero en círculos de seguridad se habla cada vez más fuerte de una casa ubicada en la alcaldía de Azcapotzal­co en la que hoy se lleva a cabo el seguimient­o “a toda persona de interés”. ¿Del interés de quién? “Eso no te lo puedo decir por aquí”. Es la frase que pronuncian los funcionari­os de un gobierno que asegura que el espionaje político es cosa del pasado.

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