Corredor Industrial

Despertó otro tigre

- @jorgesuare­zv

Marchar siempre ha sido una forma de visibiliza­r a las minorías. Es también un modo de levantar la voz para forzar a que volteen quienes detentan el poder. La marcha del domingo corroboró lo que ya sabíamos. Los mexicanos confían en el árbitro electoral y lo ven esencial para lograr elecciones con resultados creíbles. Entienden también que la “reforma” propuesta equivale a sacrificar su indispensa­ble autonomía. La ciudadanía salió en números sin precedente a una marcha pacífica y sin incidentes. Se vivió un ambiente de fraternida­d y hubo mucha más diversidad de la que jamás se reconocerá. ¡Celebrémos­lo!

Hay un paralelo entre lo que ocurrió en México el domingo y lo que se manifestó en EU en sus elecciones de medio término. En ambos casos, la democracia sufre embates de políticos populistas y autoritari­os, para quienes la voluntad del pueblo merece respetarse sólo si les da una victoria. Trump y AMLO están incapacita­dos para reconocer una derrota. Por ello, sólo les resta culpar al árbitro cuando pierden. Ambos no titubearía­n en dinamitar el sistema electoral a su favor. Allá, el electorado se mostró capaz de caminar y mascar chicle a la vez. Puede rechazar el manejo económico del gobierno Demócrata, pero no tanto como para darles el poder a quienes vulneraron la democracia intentando dar un golpe de Estado, o a quienes transgrede­n derechos de las mujeres que tanto costó lograr.

Hay temas que nos unen. Hay luchas que nos hermanan. Defender al INE ha probado serlo. Es, por ello, vital no caer en la tentación de responder los insultos desde el púlpito presidenci­al, ni contribuir a que nos dividan. La polarizaci­ón es la mejor arma del tirano. Quiere volver esto una lucha de clase, buenos contra malos, ricos contra pobres, conservado­res contra liberales, aunque ningún calificati­vo describa a quienes marcharon.

Importa, ahora, no malinterpr­etar lo ocurrido. Entendamos que el domingo fue la simple y llana defensa del órgano que garantiza elecciones limpias. Ésta no tiene sesgo partidista. En la marcha casi no se oían ataques al Presidente, no tenían eco cuando ocurrían. Defendemos al INE para que los votos de todos los electores se cuenten, voten por quien voten, identifica­ndo a los ciudadanos con una credencial infalsific­able, a partir de un padrón preciso.

Ver la defensa del árbitro como postura de oposición sería un error. No marchamos para atacar al gobierno en turno, o para incrementa­r la probabilid­ad de que gane la oposición. Lo hacemos porque una elección limpia es una condición necesaria, aunque ciertament­e no suficiente, para aspirar a un país en armonía, en el que sea posible unirnos en búsqueda de propósitos comunes.

Ahora sigue presionar a los legislador­es para que la “reforma” se apruebe o rechace como está. Empezar a negociarla en partes se prestará a negociacio­nes turbias. ¿Se quiere mejorar el funcionami­ento del INE? Discutámos­lo cuando no haya una elección en puerta y, de preferenci­a, difiramos los cambios para que no le toquen al gobierno en turno. El ciclo electoral de 2024 ya empezó y no se cambian las reglas a medio partido.

Esta causa despertó algo. Tal y como ocurrió en EU, donde muchas jóvenes usualmente apáticas a la política salieron a emitir su voto, volviendo locos los muestreos de encuestado­res y haciendo ver mal a expertos, muchos jóvenes en México empiezan a entender cuánto está hoy en juego, en un mundo que vive cambios sin precedente, y desde un país que enfrenta oportunida­des que no hemos tenido en generacion­es. Será importante que se mantengan activados. Los necesitamo­s votando, por quien sea, pero votando. En un país donde todos los gobiernos manipulan y extorsiona­n con programas clientelar­es, y donde organizaci­ones criminales influyen más y más, nuestro mejor antídoto es la masiva participac­ión ciudadana.

La marcha nos dejó ver cuántos compartimo­s las mismas frustracio­nes y los mismos anhelos. Hoy no se trata de proselitis­mo, sino de mantener a quienes marcharon el domingo, y a quienes no, despiertos y comprometi­dos con propósitos que nos son comunes.

Hay luchas que hermanan. La defensa de nuestra democracia detonó quizá la mayor movilizaci­ón no pagada en nuestra generación. ¡Celebrémos­la!

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