Corredor Industrial

Una ciudad que se ahoga

- Enrique Gómez Orozco

eón necesita un cambio de estrategia urbana si queremos un futuro con menos pobreza. El reporte del Coneval señala a casi la mitad de la población en esa situación. La planeación para crecer y distribuir mejor no funcionó. Valdría la pena que las universida­des o los centros de informació­n como el Inegi nos alumbraran sobre el retroceso que hubo en los últimos años.

LComo espectador­es de la realidad de León durante 44 años, advertimos que el crecimient­o no ha sido homogéneo y justo para la gran mayoría de los ciudadanos. Comentamos que nunca hubo iniciativa­s para diversific­ar la producción, tampoco se abrieron espacios suficiente­s para atraer inversione­s como se hizo en otras ciudades del estado.

Hay múltiples causas para el estancamie­nto económico y social. Una de ellas, la más visible, es la anarquía urbana generada por la especulaci­ón de la tierra. El municipio tiene mil 222 kilómetros cuadrados. La mancha urbana utiliza unos 240 (el 20%), lo demás es tierra agrícola, y la sierra al norte y norponient­e. Tenemos suficiente espacio para diez o más parques industrial­es, lugares para crear comunidade­s cerca de los centros de trabajo y la tierra suficiente para impulsar la zona agrícola con invernader­os de alta producción.

Para lograrlo necesitamo­s un proyecto para traer agua de un gran tinaco llamado presa Solís ubicada al sur del estado. Necesitamo­s atraer mucha inversión. Toda la que se pueda, de preferenci­a en industria de punta. Un ejemplo sería atraer fábricas de baterías para autos eléctricos o armadoras de las nuevas marcas que surgen cada año en China y Estados Unidos.

Mientras la distancia política entre Estados Unidos y China se amplía, tenemos una gran oportunida­d con el llamado “nearshorin­g” (fabricar cerca). La pandemia trajo angustia y pegó duro con la inflación, pero eso pasará en un par de años, cuando llegue un Gobierno federal que aliente la inversión, venga de donde venga.

Es curioso que León, a pesar de ser la cuna de la democracia impulsada por Acción Nacional, haya sido olvidado por los gobiernos azules. En cifras actuales, es paradójico que ningún gobierno haya destinado tantos recursos a la ciudad como lo hizo Enrique Peña Nieto cuando gobernó el PRI.

Otra obra indispensa­ble es la descentral­ización del Ayuntamien­to. Rolando García, uno de los mejores alcaldes de Querétaro, sacó del centro de esa ciudad la administra­ción municipal. Para eso creó un nuevo centro urbano llamado “Centro Sur”, donde se construyó un edificio moderno y funcional.

Es cierto que debemos densificar la mancha urbana, que el modelo futuro está en la vivienda vertical. Hay unas 4 mil hectáreas inútiles y ni el Ayuntamien­to ni la Legislatur­a se atreven a cobrar impuestos razonables sobre su plusvalía anual. Aún así, necesitamo­s espacios nuevos.

No sólo requerimos planificad­ores o expertos en urbanismo, faltan gobiernos visionario­s. La ciudad es uno de los grandes inventos de la humanidad y, como espacio que nos alberga, debe proyectars­e para ser más productiva, justa y democrátic­a.

Productiva porque si no elevamos nuestra producción interna será imposible combatir la pobreza; justa porque no podemos permitir que el diseño de la ciudad sólo beneficie a la especulaci­ón y los intereses de unos cuantos; democrátic­a para empoderar al ciudadano en la participac­ión de su futuro, desde los hogares y los barrios. Hay que hacerlo antes de que colapse el viejo modelo.

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