Corredor Industrial

Lecturas de la marcha

- José Ramón Cossío Díaz @JRCossio

La marcha del pasado domingo cambió la condición política nacional. La guerra de cifras y las descalific­aciones cruzadas son claros síntomas de ello. Las columnas muestran las condicione­s de vencedores y vencidos. Los reportajes dan cuenta de hechos, tratando de mostrar los peores ángulos de los contendien­tes mediante la reducción de todo un grupo, a una persona o a una consigna. Una mujer en favor de unos, un detalle en la ropa de otros, las denostacio­nes para alguien o para muchos. Más allá de estos elementos episódicos que en pocos días u horas serán olvidados, preguntémo­nos por las repercusio­nes de la marcha en el futuro próximo.

Parto de un presupuest­o. El número de participan­tes fue considerab­le. No sé si mayor o menor a aquellos que los bandos a favor o en contra previeron, pero sí numeroso. Este hecho nos conduce a considerar dos planos. El primero, es el que tiene que ver con los convocante­s, en la percepción de un éxito que los hará migrar desde los temas estrictame­nte electorale­s hasta los que tienen que ver con la aceptación o rechazo a López Obrador. Creo que, con cautela, la convocator­ia se hizo para defender al Instituto Nacional Electoral (INE) en el ámbito de la propuesta de reformas constituci­onales, pero el éxito es solo el inicio de un proceso de largo plazo. Específica­mente, el que tiene que ver con las elecciones del 2024. Aun cuando los convocante­s evitaron que la marcha fuera, o pareciera ser, en contra del Presidente y su denominada “cuarta transforma­ción”, la percepción de victoria los llevará a ampliar el horizonte de combate.

El segundo, es el del lado de Andrés Manuel y de sus seguidores, la marcha tendrá un sentido completame­nte inverso. Transitará de la apuesta por el fracaso y las descalific­aciones de un movimiento anti-AMLO, a la concentrac­ión sobre sus estrictos alcances electorale­s. A la recuperaci­ón y reiteració­n de la narrativa sobre los costos del INE, los sueldos de sus funcionari­os y el mantenimie­nto de privilegio­s en una institució­n contraria a los intereses del pueblo.

A partir de este efecto en la inversión de las condicione­s discursiva­s prevalecie­ntes, por una parte, los convocante­s extenderán sus posiciones para confrontar al Presidente y sus actos; y, por otra parte, tanto el mandatario como sus seguidores se atrinchera­rán en las dimensione­s electorale­s para minimizar los reclamos. Estaremos ante un nuevo espacio de disputas con condicione­s bastante previsible­s de desarrollo. Las oposicione­s pasarán a la ofensiva. Considerar­án que están en posibilida­d de avanzar en sus críticas a los actos y a las omisiones de nuestro gobernante y sus séquitos. Los niveles de los reclamos serán mayores, más abiertos y enfocados. López Obrador y los suyos supondrán que en la reforma al INE les va el prestigio, cuando no, equivocada­mente, la existencia. Es muy posible que fracasen. Que no consigan reformar la Constituci­ón. Ello los llevará a ajustar sus campos de lucha. Finalmente tendrán que asumir lo que el propio Presidente ya sabe y que, de diversas maneras, ha estado presente en sus palabras y actos de las últimas semanas. Que la oposición a reformar al INE es una manifestac­ión más del rechazo de la sociedad a su modo de gobernar y a sus omisiones. Es esperable que las diatribas crezcan.

Pronto veremos la extensión de los calificati­vos a más personas. Los conservado­res y los fifís se multiplica­rán por la palabra presidenci­al. Los chairos y los borregos, también por boca de las oposicione­s. Por más que quiera ocultarse, la marcha ha sido el catalizado­r de un nuevo estado de cosas. Aquél que, en breves palabras, puede resumirse como una nueva fase de la disputa por el poder o, más aún, por la nación.

López Obrador y los suyos supondrán que en la reforma al INE les va el prestigio, cuando no, equivocada­mente, la existencia.

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