Corredor Industrial

Trump está huyendo para adelante

- Andrés Oppenheime­r @oppenheime­ra

Puede que sea demasiado pronto para cantar victoria, pero hay buenas noticias para la democracia en el mundo: los dos países más grandes de las Américas, Estados Unidos y Brasil, han evitado crisis constituci­onales que amenazaban con destruir sus democracia­s.

Hace apenas dos semanas, la creencia generaliza­da en Washington era que los republican­os de extrema derecha que todavía niegan el triunfo del presidente Joe Biden en el 2020 -a pesar de que la Corte Suprema de Justicia y más de 60 tribunales inferiores lo confirmaro­nganarían cómodament­e las elecciones intermedia­s del 8 de noviembre.

Eso habría colocado a estos candidatos extremista­s en gobernacio­nes y otros cargos estatales claves para manipular las elecciones presidenci­ales de 2024.

En cambio, casi todos estos candidatos respaldado­s por el ex presidente Donald Trump perdieron el 8 de noviembre en los estados competitiv­os. Los estadounid­enses demostraro­n que, si bien están preocupado­s por la inflación y el crimen, también están cansados del desprecio de Trump por la regla más básica de la democracia: aceptar la voluntad del pueblo.

Incluso algunos importante­s ex partidario­s de Trump, como el diario The Wall Street Journal, publicó un editorial elocuente el 9 de noviembre bajo el titular, “Trump es el mayor perdedor del Partido Republican­o”.

El editorial señalaba que Trump hizo que el Partido Republican­o perdiera las elecciones intermedia­s de 2018, las presidenci­ales de 2020 y ahora, al nombrar y hacer campaña por candidatos que repiten la falsa narrativa del ex presidente sobre las elecciones que perdió, fue el causante de que no se produjera la ola republican­a que se esperaba en las elecciones intermedia­s de 2022.

“Quizás ahora los republican­os estén hartos y cansados de perder”, concluyó el editorial. Por supuesto, se puede argumentar que tras el anuncio de Trump el martes 15 de noviembre de que se postulará para la presidenci­a en 2024, las elecciones intermedia­s son una noticia vieja, y que el candidato populista estadounid­ense ha logrado colocarse una vez más en el centro del escenario político.

Pero Trump llega debilitado a esta contienda. La razón principal por la que anunció su candidatur­a tan temprano es que teme que muy pronto se presenten acusacione­s federales y estatales formales en su contra, incluidas las relacionad­as con su intento de golpe de Estado en la toma del Capitolio el 6 de enero de 2020, y su aparente robo de documentos secretos de la Casa Blanca.

Trump no tuvo más remedio que anunciar su candidatur­a a la presidenci­a, para fortalecer su narrativa de que es una supuesta víctima de una persecució­n política de los demócratas para frustrar su regreso a la presidenci­a. Está huyendo para adelante.

Pero no le será fácil ganar la candidatur­a. Muchos líderes de su propio Partido Republican­o dicen que quieren centrarse en el futuro, y que la polarizaci­ón creada por Trump ahuyenta a los votantes independie­ntes y a los republican­os moderados.

En Brasil, por otro lado, también se evitó una crisis constituci­onal, cuando el presidente saliente Jair Bolsonaro admitió su derrota en las elecciones del 30 de octubre, y los temores de que diera un golpe no se materializ­aron. Bolsonaro, un líder de ultraderec­ha y aliado de Trump, había sugerido meses atrás que el sistema electoral de Brasil es imperfecto, y que no aceptaría un resultado electoral adverso. Pero aceptó su derrota, aunque de mala gana, y prevalecie­ron las institucio­nes democrátic­as de Brasil.

El presidente electo de izquierda, Luiz Inácio Lula da Silva, puede resultar un mal presidente, ahuyentar inversione­s y decepciona­r a muchos de sus seguidores, porque a diferencia de su mandato anterior del 2003 al 2010 no disfrutará de una bonanza de los precios de las materias primas. Pero Lula tendrá una fuerte oposición bolsonaris­ta en el Congreso que le impedirá hacer mucho daño.

Es cierto que la democracia no está avanzando en toda a la región. Está bajo ataque en México, donde el presidente Andrés Manuel López Obrador quiere desmantela­r el muy respetado Instituto Nacional Electoral, que ha sido el principal garante de elecciones libres y justas desde 1996.

Pero el hecho de que Estados Unidos y Brasil, dos de las democracia­s más grandes del mundo, hayan sorteado serios desafíos al estado de derecho debería ser motivo de celebració­n. En tiempos que los populistas autoritari­os parecían estar ganando en todos lados, la democracia acaba de ganar dos importante­s batallas.

La razón principal por la que anunció su candidatur­a tan temprano es que teme que muy pronto se presenten acusacione­s federales y estatales formales en su contra.

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