Dos caminos de trabajo
Con una sapiente sencillez, Fernando Savater, anota lo que constituye la diferencia fundamental entre una actitud ética y otra actitud política, para llevar hasta buen puerto el empleo de nuestra libertad vital, en sus escritos aparecidos con los títulos de Ética para Amador y Política para Amador. El filósofo ha apuntado que la ética es sobre todo un concepto de perspectiva personal y que vale por estar de acuerdo siempre con uno mismo; y que, en cambio, la actitud política busca otro tipo de acuerdo, el acuerdo con los demás, la coordinación, la organización entre muchos de lo que afecta a muchos. Sin ir más sobre los renglones de las dos obras mencionadas y solicitando la venia de usted, estimado lector, hay que asentar aquí que la falta de entendimiento pleno sobre lo ético y organizacional, sin pecar de absolutez, parece haber dejado verse, para muchos, desde la desavenencia que consumó la muerte de Abel en el bíblico desencuentro con Caín. Total, ahora, parece ser que la mítica Babel no ha dejado de existir y ha llegado a exponenciar el desentendimiento desde la más mínima célula social para llegar a hacer dizque trabajos valiosos.
Sin embargo, no todo tiene que ocurrir bajo esa drástica y radical forma irreflexiva expresada tan abruptamente en el párrafo anterior. Habrá que seguir mejor este relato con la sugerencia útil y práctica de adentrarse más en las filosóficas recomendaciones de Fernando Savater (leyendo mayor parte de páginas de su obra). Comento aquí que muchas personas, lectores de cepa, se encuentran entre los años vividos que pueden considerarse de una ya avanzada edad y una muy requerida época meditativa. Y claro, bastantes, como aguerridos guerreros de su pasado tiempo activo, llegaron a luchar a brazo partido y contando, a veces, con la gran fortuna de apoyarse, entre obligados contactos o afortunadas afinidades, sobre hombros de gigantes. Bajo ese tenor, se llegaron a establecer caminos útiles para alcanzar desarrollos útilmente valiosos. Vamos, parece ser que las bondades humanas rondan etéreamente los espacios y los tiempos de toda gente que, volando sobre una atmósfera saturada de cordialidad, busca las maneras de alcanzar constantemente lo formativo, lo valioso y lo trascendente; todo en contraposición a la estrategia individual por más batallador que el ente sea.