Acerca de ocho oscuras horas nuestras
La vida activa de una persona tiene una manera diversa de apreciarse e interpretarse entre el propio “yo” y la multiplicidad ajena. Sin embargo, antes de entrar a lo siempre controvertible de lo plural, aceptemos que cada ente somos la unidad humana de estancia terrena que se mueve con un buen nivel de libertad. Por un lado, entre lo percibible (lo que impacta sensiblemente los conocidos sentidos personales) y, por el otro, en ese aparente tiempo difuso, efímero y fugaz que activa las emociones inherentes a una siempre particular ensoñación. En una cercanía mayoritaria a la ocupación del tiempo individual, se puede decir que el trabajo podría ocuparse de cubrir ocho horas; otras ocho podrían emplearse en pensamientos estratégicos, cuidados corporales, contactos sociales, etc.; y las restantes ocho, justo y necesario, deben de abocarse al descanso reparador.
Siendo nuestra especie dueña de un raciocinio temporal y elevado, dentro de la naturaleza que nos forja y nos rodea, no debemos olvidar que la acción participativa y temporal se condiciona, sin remedio, a lo que le fija la circundante disciplina del desarrollo universal. Útil es anotar en este punto dos renglones escritos por Marcel Proust en una de sus obras: <
Es de esperarse que todo ser viviente preocupado por alcanzar un desarrollo excelso ocupe sus tiempos de absoluta lucidez para lograr sus propósitos; sin embargo, viviendo en un medio de comunicación ya inconcebible que viaja sobre todo tipo de espacios hasta extraterrestres, nosotros, muchos, seguimos ignotos sobre el uso inteligente de las propias somnolencias o los sueños que noctívagamente saturan la noche nuestra.
Y sí, claro, ahora estamos convencidos de que la sanación a distancia existe, de qué los científicos se pueden comunicar a distancias de años luz, pero, no obstante, estamos sin interpretarnos a nosotros mismos en los diarios y supuestos tiempos de inconciencia. El soñar se puede calificar de un proceso muy beneficioso sobre todo en el seno del proceso mental. Entre las posibles bondades del proceso mencionado se cuentan la de favorecer la consolidación de la memoria, la regulación de lo emocional y la adaptación al entorno.