UNA HISTORIA 'DE PELÍCULA'
El cinematógrafo llegó a un León que apenas se conformaba para quedarse y hacerlo soñar a través del tiempo
La historia del cine reformó por completo la concepción tradicional del arte que todos conocíamos, especialmente en México, pues se cuenta, a manera de anécdota, que cuando el primer cinematógrafo pisó el país (y Guanajuato), hubo quienes se asustaron con la proyección de un tren y se agachaban
para tratar de esquivar el impacto que nunca llegaba.
Mayor sorpresa constituyó para los guanajuatenses, que en 1897, año de su llegada, para poner en contexto, en la capital del estado, aún no se inauguraba el Teatro Juárez, mientras que en León, donde aterrizó el preciado invento cinéfilo, apenas un año antes se había inaugurado el legendario Arco de la Calzada.
Así pues, justo un año y cinco meses después de la primera exhibición pública del cinematógrafo en París, en el entonces llamado Salón de La Concordia (hoy inmediaciones de la excárcel) se proyectaban los rollos que habían traído los Hermanos Becerril a 25 centavos por persona.
Las proyecciones incluyeron a una aldeana francesa arrojando puños de semillas a palomas, un desfile de soldados de caballería, así como la máquina del tren a la estación y algunas otras escenas parisinas que sorprendían, asustaban y admiraban a los espectadores, que les creían imágenes en realidad tangible.
Pero el invento también tuvo sus afrentas y a consecuencia del poderío e influencia que el catolicismo tenía, una campaña moralizadora casi provoca su muerte.