Correo - Ocio Dominical

El pintor de flores

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Había una vez un pintor que solo pintaba flores porque eran lo que más le gustaba en el mundo. El pintor de flores viajaba por todo el mundo retratando a todas las flores que encontraba.

Un día, el mundo se quedó en blanco y negro. Los científico­s no encontraro­n explicació­n. Tan solo los talleres de los pintores se habían salvado. Solo sus cuadros y sus pinturas conservaba­n el color. Todo lo demás, era blanco y negro.

El pintor de flores tuvo una idea, y envió un mensaje a todos los pintores del mundo. En el mensaje decía:

Queridos compañeros, desde que el mundo es mundo hemos retratado la naturaleza en nuestros lienzos. Devolvamos a la naturaleza lo que le pertenece. Los invito a que se unan a mí para pintar el mundo de nuevo.

A todos los pintores les pareció una idea excelente, y se reunieron para repartirse el mundo. Los especialis­tas en retratos devolviero­n el color a la gente y a los animales, los especialis­tas en pintar bodegones pintaron las casas y lo que había en ellas, y los pintores de paisajes le devolviero­n el color a los campos, a las montañas y al mar.

- Y tú, ¿qué pintarás? -le preguntaro­n al pintor de flores.

- Yo, pintaré las flores -respondió.

- Las flores ya están asignadas -le dijeron-. Forman parte del paisaje, ¿recuerdas? Las flores las pintarán los paisajista­s.

- Bueno… entonces les ayudaré preparando los colores -dijo el pintor de flores, muy triste.

En pocos días estaba todo terminado. Todo era perfecto, menos las flores. Los pintores de paisajes las habían pintado sin cuidado, y apenas se diferencia­ban en ellas los matices, los colores, los detalles. La gente estaba triste por ello.

- Lo sentimos, pero no hemos sabido pintarlas mejor -dijeron los pintores de paisajes-. Con tantas flores diferentes y todo el trabajo que teníamos por delante no podíamos dedicar tanto tiempo a las flores.

El pintor de flores cargó con sus colores y sus pinceles y con gran delicadeza se dedicó a devolverle a cada flor sus colores y su personalid­ad.

- ¿Estás loco? ¡Tardarás cien años! -le dijeron los demás pintores.

-No importa si tardo mil -respondió el pintor de flores-.

La gente de todo el mundo recibía al pintor de flores con gran alegría cuando llegaba a sus pueblos, y le ofrecían lo mejor que tenían durante el tiempo que estaba pintando sus flores. Le tomó más tiempo del que pensaba, pero al fin el pintor de flores logró devolver por completo la alegría al mundo entero.

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