Recordar es volver a grillar
“EL MÁS PAN, MENOS YUNQUE”
COMO FRASE DE CAMPAÑA
Asiete años de distancia, ¿qué tan vigente suena aquel “más PAN, menos Yunque que soltó” Miguel Márquez hace siete años cuando era secretario de Desarrollo Social del estado y el PAN libraba en Guanajuato, una guerra intestina muy diferente a la actual?
La realidad es que esa frase pegadora e inmejorable para las 8 columnas de los medios, los titulares de las notas y los comentarios en radiopasillo, fue sólo eso, el arranque de un momento, la estridencia necesaria para un momento crítico del pleito de familia en el PAN.
No hubo ruptura de Márquez con El Yunque pero sí una toma de distancia necesaria para el entonces aspirante a la candidatura a gobernador. Su proyecto político apenas estaba en ciernes y, por lo tanto, expuesto a cualquier golpeteo interno.
Y si bien, en la estructura panista, Mosqueda Martínez no pesaba, en las jerarquías del yunquismo sí tenía una influencia directa y el gobernador Juan Manuel Oliva veía a Mosqueda como una amenaza para su delfín Márquez.
En ese contexto, el pronunciamiento marquista tenía su lógica. Su precandidatura era el mensaje interno indispensable para los miembros de la cofradía que veían como los poderes en el gobierno se confundían.
Oliva era el gobernador pero su secretario de Gobierno hacía lo que le pegaba su gana. Con agenda propia, se movía en Guanajuato y en México.
Un conflicto interno muy distinto a otros que ha vivido el panismo guanajuatense. Porque esté no incorporaba legiones de militantes sino personajes con poder.
A diferencia del que, por ejemplo, hoy protagonizan Fernando Torres Graciano y el propio Márquez Márquez, mucho más terrenal y sin prisas de ambas partes.
Lo de Mosqueda no tuvo repercusiones afuera del partido pero sí lo cimbró por dentro. Lo que ocurrió ya en su gobierno fue otro boleto. El Yunque sigue vivito y coleando, ya no con la ascendencia y peso que había con Oliva. Nunca se ha ido.