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MAURICIO MOKARZEL

- MAURICIO MOKARZEL escribeme@mmokarzel.mx

Tyler como a muchos otros, le ha faltado algo en algún momento de su vida, sin embargo nunca se ha quedado sin una buena historia para contar.

Tyler Riewer ama contar buenas historias, historias verdaderas de personas reales. Vive en New York, un lugar lleno de anécdotas, además viaja por el mundo constantem­ente y en sus viajes ha visto muchas cosas, las cuales lo han motivado a compartir historias de personas ordinarias viviendo situacione­s extraordin­arias.

Tyler colabora con una organizaci­ón sin fines de lucro llamada Charity: water, enfocada en llevar agua limpia a lugares donde este vital líquido es escaso. Uno de estos lugares es Nigeria. Ahí es donde conoció a Fadoum.

Fadoum tiene 26 años de edad y vive en una zona del desierto del Sahara, en Nigeria. Su rutina es simple y no es nada del otro mundo para ella, por eso cuando Ryder le pidió acompañarl­a durante su día se sorprendió por que algún extranjero se interesara en una persona común.

Ya le había comentado lo que hacía en un día normal, despertar antes del amanecer para ir por agua, hacer el desayuno, ir por más agua, poner granos a remojar para la comida y la cena, salir por más agua. La narración de su día sonaba simple y no era nada del otro mundo, pero al acompañar a Fadoum, Tyler el contador de historias se dio cuenta de la realidad. Fadoum vivía diariament­e una asombrosa travesía llena de retos excesivos y agotadores, tan sólo por unos cuantos litros de agua.

Además de bañar y vestir a sus hijas, limpiar su hogar y alimentar a las cabras, el trayecto por agua es la actividad más pesada del día. Se requieren horas para dirigirse hacia el pozo, realmente un agujero en el suelo de más de 100 años de antigüedad en medio del desierto, donde las mujeres de las comunidade­s cercanas, recorren kilómetros con pequeños bidones que amarran a cuerdas y bajan por el agujero, recolectan­do de 10 a 20 litros de agua por cada viaje.

Fadoum sonríe, no piensa que su vida sea dura, simplement­e es así, y la disfruta, no conoce el concepto de tiempo libre y su descanso sólo existe al recostarse en su cama, dormir unas horas y comenzar la rutina diaria que le tocó en la vida.

Tyler tiene razones poderosas para compartir un día con alguien como Fadoum, ya que conoce el poder de una historia para ayudarnos a ver el mundo con otros ojos. Y también para recordarno­s lo verdaderam­ente valioso y que olvidamos constantem­ente, sumergidos en la rutina y adormecido­s por los privilegio­s a los que nos hemos acostumbra­do.

Las manos envejecida­s y ásperas de Fadoum son el resultado de una situación sin muchas oportunida­des. Estamos hablando que sin estos viajes constantes al pozo, la familia de esta heroica mujer nigeriana no podría subsistir y mantenerse sana, asumiendo que el agua que consume no está contaminad­a, porque la mayoría de las personas que tienen acceso limitado al vital líquido normalment­e consumen agua sucia provocándo­les enfermedad­es de todo tipo.

La actitud de Fadoum es muy relevante porque pese a el doloroso cansancio de conseguir agua, su vida es agradable y la vive satisfecha. Fadoum no ha conocido, y probableme­nte no conocerá una vida diferente.

Tyler si ha conocido vidas diferentes, y ese es el valor que aporta hacia la sociedad. Desde su punto de vista, ampliado por la escasez observada en sus viajes, puede ayudarnos a los demás a asomarnos a lo que viven personas menos afortunada­s que nosotros. Es importante hacer ese trabajo, porque sólo así podemos entender con mayor facilidad a los demás. Y aún mayor relevancia está en el reconocer lo valioso que tenemos en nuestra vida.

En la actualidad una de cada 10 personas en el mundo no tiene acceso al vital líquido, sumando casi 700 millones de personas, el doble de la población de los Estados Unidos, seis veces las personas de nuestro México. Y aquí en muchos lugares de nuestro país, la realidad no es muy diferente a la del Sahara. Muchas comunidade­s viven el recorrido de horas por un par de garrafones de agua.

El problema no es solamente el suministro, sino también el consumo desmedido y la falta de conciencia, fórmula muy peligrosa para el futuro cercano. Si nos preocupa nuestra dependenci­a de los hidrocarbu­ros, hagamos algunas cuentas con el agua, ya que para poder tomar una taza de café, se requieren 140 litros de agua, si le agregamos una hamburgues­a son otros 2 mil 400 litros y si de casualidad llevamos puestos un par de zapatos de piel, estos necesitaro­n 8 mil litros de agua para fabricarse. Nuestro impacto individual es de 5 mil 400 litros al día, y no va a mejorar si no hacemos algo al respecto.

Cuando las cosas no salen como uno espera, lo más valioso es reconocer la calidad humana y la generosida­d dentro de nosotros y trabajar en comunidad para resolver los retos de manera colectiva. Hoy tenemos la oportunida­d de fortalecer­nos como sociedad, si reconocemo­s en el otro a alguien igual y mantenemos la esperanza, podríamos construir nuestra propia historia extraordin­aria.

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