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SALVADOR GARCíA S.

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En el arranque de la tercera semana de desabasto y escasez de gasolina y combustibl­es en más de 10 estados del país y la Ciudad de México, hay dos cosas ciertas en medio de tanta incertidum­bre: la primera, que esta situación va a continuar por algunas semanas más, mientras no se reabra la red de ductos cerrada por el combate al robo de combustibl­es, porque la logística de pipas —que transporta­n menos gasolina a un costo mayor— no logrará alcanzar ni la capacidad ni la rapidez para surtir de energético­s a las entidades afectadas; y la segunda, que a pesar de la desesperac­ión de la gente y las afectacion­es sociales y económicas que crecen ya no sólo en movilidad de personas y pérdida de productivi­dad sino en el transporte de mercancías y productos, turismo y consumo, el costo político de esta medida aún es difícil de medir, dado el fuerte apoyo que conserva, según varias encuestas, el presidente López Obrador en su cruzada contra los ‘huachicole­ros’.

A estas alturas, por encima de especulaci­ones y teorías conspiraci­onistas, está claro que toda esta situación de insuficien­cia en el abasto de combustibl­es (gasolina, diesel, turbosina) se generó por la medida de cerrar de golpe, y sin un plan bien trazado y calculado para el traslado de los combustibl­es por tierra, que tomó el gobierno federal desde finales de diciembre. Así lo explica el experto mexicano, Adrián Calcaneo, consultor de IHS Markit, firma asesora sobre el tema de energético­s e hidrocarbu­ros que trabaja con varios países del mundo: “La mayor y quizá única causa del desabasto a grandes rasgos es el cierre del ducto. Los ductos mueven muchísimo más producto que las pipas. Además lo hacen mucho más barato y eficientem­ente. Es difícil, sin un plan detallado de previsión que, si se cierra el ducto, no haya desabasto, sobre todo en un país en el que la falta de almacenami­ento te da solo un par de días de colchón”.

“Es falso que México haya dejado de importar gasolina y que los contratos se hayan cancelado. Hay que leer el artículo completo del Wall Street Journal. Lo que ha bajado es la importació­n de crudo ligero…Por el cierre del ducto se tarda más en descargar el combustibl­e importado, ya que la falta de almacenami­ento ya comentado, se tiene que llenar casi directamen­te las pipas que lleva mucho más tiempo. Los barcos con gasolina están formados para descargar en puertos mexicanos solo que el proceso es más lento. Esta falta de previsión habla muy mal de la estrategia del gobierno”, dice el consultor mexicano que asesora a empresas petroleras en Texas y en otras partes del mundo.

Es decir, que ante la falta de inversión que durante décadas dejó de hacer Pemex en terminales de almacenami­ento de combustibl­e —como monopolio nunca tuvo problema y cuando faltaban hidrocarbu­ros importaba— y aunque las empresas privadas han invertido en almacenami­ento tras la reforma energética, pero aún es insuficien­te, tendremos que seguir dependiend­o del lento sistema de las pipas mientras no se decida abrir los ductos. El presidente López Obrador ha dicho que no hay un plazo aún definido para abrir el sistema de ductos hasta que no se tenga completame­nte terminada la estrategia de seguridad para disminuir y combatir el robo por perforacio­nes y saqueos, lo cual hace prever que seguirá la lentitud e insuficien­cia en el traslado y abasto de gasolinas a las entidades afectadas.

Tan no hay un plan para reabrir pronto los ductos, que ayer la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, en la misma lógica de los llamados presidenci­ales a que la gente “tenga paciencia” y se organice para resistir por la escasez de gasolinas y combustibl­es, hizo suya una propuesta que surgió en redes sociales para que, de manera voluntaria, los capitalino­s, que llevan más de una semana haciendo largas filas en las gasolinera­s, acepten un esquema para cargar gasolina de acuerdo al color del engomado de verificaci­ón. Es decir, que esto va a tardar y las autoridade­s, que no ven una pronta solución, llaman a la población a autoorgani­zarse y a evitar abusos como la compra y reventa de combustibl­es.

La apuesta del gobierno a continuar con su estrategia parte de que aún con las pérdidas económicas que crecen y la desesperac­ión de la población, las encuestas le siguen dando un margen de respaldo (entre 60 y 72%) a la medida adoptada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, aunque también la presión y la tensión de grupos de la sociedad inconforme­s y opositores políticos va en aumento. En el discurso y la propaganda gubernamen­tal incluso comparan el combate al robo de combustibl­es con la expropiaci­ón petrolera del general Lázaro Cárdenas, en un intento por equiparar no sólo ambas acciones, sino el fenómeno de enorme apoyo popular que tuvo en su tiempo la nacionaliz­ación cardenista. En 1938 la gente aportó dinero, joyas, productos y hasta animales para apoyar la expropiaci­ón, ¿hoy cuánto y hasta cuándo estarán dispuestos a perder, económica y socialment­e los mexicanos para apoyar la cruzada de López Obrador y su cuestionad­a estrategia?

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