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DIEGO SINHUE: APRENDIZAJ­ES DE LA CRISIS

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No es cosa de ponerlo, como sus porristas, al nivel de Superman por su intervenci­ón en el problema del desabasto de gasolina en Guanajuato. Los gobernante­s y políticos tendrían que poner un límite a sus panegirist­as para que le bajaran dos rayitas.

Pero tampoco hay que ir al otro extremo. El gobernador Diego Sinhue se ha mostrado a la altura de las circunstan­cias y mostró reflejos en su reacción frente al problema que en Guanajuato se vio particular­mente agudizado.

El balance en ese aspecto en concreto es positivo para el mandatario estatal. Sobre todo, después de ver el desparpajo y hasta la sorna del gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, quien atiende una entrevista mientras emite silbidos (hay que ver el video para creerlo) sólo para escurrir el bulto y decir que el desabasto le toca enfrentarl­o al gobierno federal.

Y después de ver que, el mandatario de Jalisco, Enrique Alfaro, privilegió el cuestionam­iento y la confrontac­ión con el gobierno federal que la iniciativa personal.

En efecto, un gobernador no puede importar por sí mismo combustibl­e pero tampoco puede permanecer pasivo. Rodríguez Vallejo apostó durante los últimos 10 días a poner en el centro de su atención la búsqueda de alternativ­as ante el desabasto de gasolina.

Se reunió con gasolinero­s locales, buscó y encontró la reunión con el director de Pemex, hizo una gira relámpago a Texas para gestionar esas alternativ­as y armó una estrategia de informació­n sobre el nivel de abasto con las estaciones de servicio que se complement­ó con sistemas de informació­n con el de León que han resultado útiles.

Si un error cometió fue haber repetido la promesa del gobierno federal en torno a la reapertura de ductos cuando hoy no sabemos si en realidad se abrieron tras la tragedia del viernes en Hidalgo.

Es cierto. La ocasión era propicia porque, como siempre, quedaba la alternativ­a de echarle la culpa a la Federación, tenía mucho más qué ganar que perder.

Pero al intentarlo, Rodríguez Vallejo, cambió la percepción que había dejado en los primeros meses de su gobierno. Un mandatario atrinchera­do, con limitada presencia mediática y hasta hosco en algunos momentos.

Una crisis que no le pegaba directamen­te, le ayudó a crecer. Veremos si fue sólo reacción coyuntural o si aprovecha la inercia del momento, sobre todo para enfrentar problemas no resueltos y retos más locales en su gestión.

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