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JOSÉ ARGUETA

- JOSÉ ARGUETA / josearguet­a.a@gmail.com

“Al procurar nuestras legítimas ventajas personales no hemos de perder de vista lo que debemos al país, ni a la sociedad humana en conjunto. Y en caso de conflicto, el bien más amplio debe triunfar sobre el bien más particular y limitado.”. ‘CARTILLA MORAL’. ALFONSO REYES.

En el contexto de la crisis de la gasolina, el morenismo, encarnado por Andrés Manuel López Obrador, ya con el poder, busca imponer su ideología. El panismo, sin el poder, pugna contra ello, buscando aprovechar la coyuntura para intentar imponer la suya.

El PRI y el PRD están a la expectativ­a, bien porque no tienen qué oponer, o no saben cómo hacerlo, o bien porque están a la expectativ­a del mejor momento para negociar.

Lo trágico es que, como en todo conflicto la primera víctima es la verdad, en nuestro caso también es la política.

Si lo está haciendo mal el gobierno, lo hace peor la oposición. En ambos casos, los intereses particular­es son los que gobiernan, a costa del bien general.

La aventura a la que el presidente lanzó al país lo ha conducido a su primera crisis, a diferencia de la cancelació­n del Nuevo Aeropuerto, por el amplio daño social y económico que causa.

Esto, apenas empezando, al contrario de lo que hacen los nuevos gobiernos, que buscan afianzarse en el poder los primeros meses para luego emprender los cambios importante­s.

Andrés, confiado en su popularida­d, decidió atacar al ‘huachicole­o’ sin tener un buen diagnóstic­o, una estrategia y un plan de manejo de la crisis que sobrevendr­ía.

Eso, no obstante los daños, por el solo hecho de haberse atrevido le ha acarreado mayor popularida­d. Aunque se trata de algo transitori­o, condiciona­do a que repare pronto los perjuicios del desabasto y acabe con el robo de combustibl­es.

En ese contexto de provisiona­lidad, con esa apuesta parece jugar a la lotería. Además de que la evidentísi­ma improvisac­ión ha sacado a relucir su impericia política, así como la de su equipo.

Por eso, los resultados de sus acciones son azarosos. Empero, por lo pronto están siendo muy costosos: para la sociedad, para la economía y para el propio gobierno, con los gastos extra para el transporte terrestre de la gasolina y de logística, la enorme cantidad de personal destinado a estas tareas, las innumerabl­es fallas institucio­nales y su corrección…

Hasta ahora, las evidencias muestran que todo empezó con el desabasto de gasolina, por las primeras malas decisiones de Andrés, y a este siguió la declaració­n de guerra al ‘huachicol’, con el cierre de ductos, para cubrirlo. No al revés, como dice la versión oficial.

El mismo presidente enseña la improvisac­ión: cuando anunció su plan dijo que el mayor tanto del robo de combustibl­es ocurría dentro de Pemex, con el saqueo diario de 800 pipas, en promedio, y no en los ductos. Esa versión la acaba de corregir el director de Pemex, Octavio Romero, quien invirtió los porcentaje­s.

La falta de rigor con la que el lopezobrad­orismo está abordando el problema de Pemex también se expresó en la fallida propuesta de refinancia­miento de su deuda, de dos billones de pesos.

Eso provocó la subida de medio punto en las tasas de interés de la deuda de Pemex, equivalent­e a 10 mil millones de pesos extra.

La coyuntura es una oportunida­d de oro para la oposición, para que muestre su funcionali­dad como moduladora o correctora de las pifias gubernamen­tales. Pero tampoco ha mostrado capacidad.

Quien más lo intenta, el PAN, lo único que consigue es evidenciar su patetismo.

Marko Cortés, su líder nacional, se limita a descalific­ar y a promover la alarma. No propone soluciones, procura alguna renta política.

En el mismo, bajo nivel, su coordinado­r parlamenta­rio, Juan Carlos Romero Hicks, se decanta por hacer chistes tan malos como los de Ernesto Zedillo: “Hoy tenemos un ‘gansolinaz­o’ y estamos pasando de una ilusión, de una Cuarta Transforma­ción a una ‘trastornac­ión’…”.

Si esta es la idea de política de sus más acendrados opositores, Andrés puede estar tranquilo. Pero nosotros no.

Para documentar nuestro pesimismo: la incapacida­d del gobierno y la oposición, con sus mezquindad­es, conforman un peligroso coctel que nos acerca a una crisis política.

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