¿México podría perder el grado de inversión?
Desde finales de abril, la discusión sobre la posibilidad de que México pierda el grado de inversión ostentado desde el año 2000, pasó a una discusión de cuándo sucederá.
En la primera mitad del año, la atención de las calificadoras se enfocó en el debilitamiento institucional de organismos reguladores autónomos, la cancelación de la planta de Constellation Brands, la salud financiera de Pemex y la reticencia del gobierno federal para adoptar un enfoque expansivo en la política fiscal y reasignación de recursos públicos para mitigar los efectos de la recesión económica provocada por el Covid.
Los factores que tendrán los reflectores durante la segunda mitad del año son: la evolución de la crisis sanitaria con expectativa de extenderse hasta 2021, la contracción del PIB esperada en dos dígitos y el aumento de la proporción de la deuda pública con relación al PIB pasando del 48% al cierre de 2018 hasta alcanzar un 55% al cierre de este año.
El cierre de empresas y el aumento del desempleo nos permite anticipar ingresos tributarios menores a los presupuestados, agudizándose su caída en 2021. Asimismo, mientras no haya una recuperación de la economía global, el repunte en los ingresos petroleros está descartado y las coberturas para 2021 tendrán un aumento en su prima con un nivel de precios a cubrir menor a los 49 dólares por barril presupuestados para este año.
Sí bien el riesgo de perder el grado de inversión es remoto en el corto plazo, los factores negativos siguen acumulándose y aumentan considerablemente la posibilidad de una rebaja en lo que resta de 2020 por alguna de las calificadoras. Por lo que la volatilidad aumentará conforme se acerquen las fechas de dos eventos decisivos.
La primera prueba de fuego será la evaluación del paquete económico 2021, que será presentado al congreso para iniciar su discusión el próximo mes de septiembre y deberá aprobarse dos meses después. La segunda prueba serán las elecciones en EE. UU. a celebrarse también en noviembre, ya que, de confirmarse la intención del voto actual por el candidato demócrata Joe Biden, México enfrentaría un viraje en la política exterior de parte de nuestro principal socio comercial.