CECILIA DURÁN
El debate del momento lo están generando los grandes laboratorios que están llevando procesos de investigación para conseguir una vacuna que nos aleje el flagelo del Covid19. Por un lado, están los que dijeron que cuando tengan el producto listo saldrán a la venta con un precio que les genere utilidades, se asume que se dejarán mover por la mano invisible y fijarán el importe que quieren cobrar —el que entienda los conceptos de elasticidad se dará cuenta del problema subyacente— en este equipo están compañías estadounidenses como Merck, Pfizer y Moderna; por otro lado, están los que mantienen una postura contraria que esperan tener el antídoto antes de fin de año y se han comprometido a comercializar sus vacunas sin generar ganancias, como Johnson & Johnson y AstraZeneca.
La teoría administrativa nos dice que el fin último de los negocios es generar utilidades, la cadena de valor nos debe de conducir por flujos de productividad que den ganancias, de no ser así, los negocios mueren. También es verdad que lucrar en momentos de emergencia es cuestionable, especialmente cuando las investigaciones para conseguir resultados, han estado financiadas por gobiernos de países como Estados Unidos y algunos integrantes de la Unión Europea, es decir, ha sido dinero de los pueblos el que se ha puesto en manos de los laboratorios para acelerar los resultados que todo el mundo espera.
El debate corre entre la urgencia por tener los remedios que ayuden a la Humanidad a regresar a la vida productiva— que, en última instancia, es la que lleva el pan y la sal a nuestras mesas y los bocados que nos sirven de alimento— y la responsabilidad social corporativa de las empresas de biotecnología que han avanzado y cuyos ensayos ya están en la fase 3 de experimentación. ¿Dónde está la línea entre aprovechar una ventana de oportunidad para hacer el negocio del milenio y el reconocimiento de que nos encontramos en una emergencia sanitaria mundial?
Stephen Hoge, presidente de Moderna, Julie Gerberding, de Merck declararon que no venderán a costo, a pesar de que la primera recibió casi quinientos millones de dólares de dinero público de los estadounidenses para financiar la investigación. Merck sostiene que ellos no firmaron ningún contrato de suministro con Washington, así que ni hablar. Por otro lado AstraZeneca, socio de la Universidad de Oxford con quien han desarrollado uno de los protocolos más avanzados prevén entregar trescientos millones de dosis a costo, es decir, sin generar utilidades. El precio rondará entre los dos y los tres euros por unidad, según sus cálculos.
La postura de quienes quieren generar utilidades con la venta de sus productos es administrativamente correcta. La teoría de gestión nos dice que los negocios están hechos para generar utilidades y sus ganancias son el oxígeno que las deja vivir. Sí, pero existe otro concepto que forma parte del desempeño de las empresas y es la responsabilidad social, es decir, el deber que los negocios tienen con la sociedad. No se trata de un término facilón o populista, se trata de una teoría avalada por muchos teóricos, entre ellos Michael Porter que dicen que ser socialmente responsable le retribuye valor a las empresas. También, según Keynes, el Estado podría entrar a dar su opinión ya que se trata de un artículo de primerísima necesidad.
Dicho a manera de ejemplo, si una persona quiere vender sus naranjas a un precio alto, está en su derecho de hacerlo y además es lo que debe de hacer porque sólo así podrá seguir operando su negocio de naranjas. El problema es que si el no vende las naranjas a un precio accesible, y las naranjas son el único medio de alimento de su mercado, entonces sus clientes potenciales morirán de hambre y si eso sucede ¿a quién le venderá si ya no hay quien compre? Antes de llegar a eso, el Estado podría meter su cuchara. ¿Pero, qué necesidad?
Así las cosas, la responsabilidad que las empresas tienen con su entorno es parte de la cadena de valor. Lo saben los que opinan que venderán a costo y los que dicen que obtendrán utilidades, son gente de negocio y entienden la lógica de los números. Se ve que unos entienden de oportunidades de venta y otros sólo ven los números. Lo que espero es que sean unos o sean otros, se llegue a conseguir la esperada vacuna y que pronto sea accesible a cada persona que la vaya a necesitar.