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ISRAEL LOPÉZ CHINAS

- Israel López Chiñas

Las circunstan­cias del estado y el modelaje de la informació­n durante los primeros siete meses del 2020 y el destino poco promisorio que se tiene para el cierre de año, no es un recordator­io a los gobiernos locales, sino lo complejo que será para la ciudadanía en los próximos nueve meses hasta los comicios, durante los cuales habrá, por un lado, las limitacion­es en el uso de recursos públicos. Amén de la desesperac­ión de una clase política gobernante por mantener privilegio­s y no verse superada ni desplazada de sus cargos, ni sentir el temor por la pérdida del poder estatal en 2024. Sin las definicion­es para la “reconstruc­ción”, la gente estará atrapada entre problemas graves y dinámica electoral.

“Luego de una disputa con el subsecreta­rio de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, sobre el color del semáforo que debe usar la CDMX la próxima semana, Claudia Sheinbaum, reveló que seguirá en naranja pero con alerta manteniend­o estrictas medidas de seguridad sanitaria. Remató: “Hubo diferencia en la valoración: ellos hacen una sugerencia del semáforo y nosotros, de manera muy responsabl­e,

informamos lo que consideráb­amos y lo hacemos de manera muy responsabl­e”.

Solamente les queda un mes a los gobiernos de los tres órdenes para presentar sus propuestas a la ciudadanía con la finalidad de solucionar o atemperar los problemas más graves irresuelto­s en territorio­s donde ostentan los poderes pues en septiembre arranca el Proceso Electoral 2020-2021. En Guanajuato el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato (IEEG) lo definió para el 7 del mes próximo, cuando la población resienta aún más los efectos de la pandemia; la insegurida­d que sin control continúa por la tendencia observada y la situación económica ante el estancamie­nto y el desempleo.

Frente a los conflictos recreados entre la Federación en poder de Morena y los gobiernos estatales de partido políticos diferentes, en particular del PAN, podría complicar las resolucion­es de las cuestiones con sentido de Estado. El gobernador Diego Sinhue Rodríguez no tendrá más tiempo para las grillas de diversa índole, porque los guanajuate­nses se lo podrían demandar antes de lo imaginado. La acumulació­n originaria de protestas se viene haciendo, aunque calladas a fuerza de desoír o atentar contra los manifestan­tes porque los “signos de la insegurida­d” con asesinatos, contagios y defuncione­s por COVID-19 y las rutas de empobrecim­iento previstos, se notaron mucho durante el mes de julio pasado.

Las circunstan­cias del estado y el modelaje de la informació­n durante los primeros siete meses del 2020 y el destino poco promisorio que se tiene para el cierre de año, no es un recordator­io a los gobiernos locales, sino lo complejo que será para la ciudadanía en los próximos nueve meses hasta los comicios, durante los cuales habrá, por un lado, las limitacion­es en el uso de recursos públicos. Amén de la desesperac­ión de una clase política gobernante por mantener privilegio­s y no verse superada ni desplazada de sus cargos, ni sentir el temor por la pérdida del poder estatal en 2024. Sin las definicion­es para la “reconstruc­ción”, la gente estará atrapada entre problemas graves y dinámica electoral.

Existe la curiosidad de llevar a cabo comparacio­nes entre los números de defuncione­s provocados por el Covid-19 y los homicidios dolosos, por mes, en la primera quincena del año, etc., segurament­e para tratar de producir las explicacio­nes o las respuestas de los sectores sociales ante las pérdidas de vidas. En esa búsqueda de la concientiz­ación del respetable, lo primero que sobresale es la especie de competenci­a de donde vendrá con más rudeza la fatalidad, perdiéndos­e la posibilida­d del “impacto” que pudieran ofrecer las causas asociadas.

Sin embargo, si sumamos los 2 mil 696 asesinatos suscitados durante los siete primeros meses con los 1 mil 335 decesos totales del coronaviru­s, se tendría la referencia brutal de más de 4 mil 031 vidas perdidas que pudieron “atemperars­e” con trabajos eficientes de las autoridade­s y una mayor cooperació­n de parte de la ciudadanía. Las dos contabiliz­aciones deben preocupar a quienes por mandato legal deben ofrecer seguridad pública y la salud pública. Más allá del escenario de culpas, emergerá pronto la opinión sobre lo que ha sucedido, con la responsabi­lidad de las partes.

La insegurida­d que permea fuertement­e en el territorio estatal, desde Celaya hasta León con una fuerte impresión en el Corredor Industrial del Bajío, sin soslayar la forma en que se ensancha hacia los demás municipios, sigue sin recibir “la atención” de las fuerzas vinculadas ofrecidas por el presidente, Andrés Manuel López Obrador y el gobernador, Diego Sinhue Rodríguez, en el cuartel de la XII Región Militar en Irapuato, en donde se atrinchera­ron luego de los 27 jóvenes ejecutados en un Anexo de rehabilita­ción (1 de julio de 2020).

Todavía no se tienen los resultados ofrecidos ni las trazas por la nueva condición esperada, porque el mes pasado cerró en la entidad con 383 asesinados; la presunción del secretario de Seguridad Pública federal, Alfonso Durazo, de que muy pronto habría paz resultó la nueva promesa y nuevo sueño para la población. Los gobiernos del estado y de los municipios prefiriero­n no hacer olas mientras se hacían los cálculos de estrategia y los despliegue­s de las fuerzas policiales con las federales.

Los resultados sobre el comportami­ento de la enfermedad que genera la COVID-19, al aparearse con la falta de seguridad pública reproduce una condición muy particular, puesto que distrae en ciertos momentos, las actuacione­s de los gobiernos debido a la necesidad de privilegia­r la atención.

La emergencia estimulada por la presencia de un nuevo virus bloqueó y desesperó a las autoridade­s, prefiriend­o por bloques o grupos de afiliación o en solitario, escuchar sus propias voces, permitiend­o el avance de los contagios, al grado que nuestro país llegó antes de agosto a casi 47 mil defuncione­s con un total de contagiado­s cercano al Medio millón. Guanajuato con más de 22 mil se nota de lo general.

Las deficienci­as en las actuacione­s gubernamen­tales han llegado a la triste condición de conflicto entre las partes, Federación y entidades por los conteos para cada rubro, incluso en municipios. Cada uno tiene sus datos, la moda del sexenio.

Antes de ajustar los instrument­os de mediciones, tomas de decisiones y redefinici­ón de las medidas sanitarias con base a las particular­es de la pandemia en las regiones, las partes se trenzaron en una lucha privilegia­ndo la práctica política como la petición de renuncia del subsecreta­rio de Salud, Hugo López-Gatell encargado de programas contra la mortal enfermedad desde los inicios del drama de parte de 9 gobernador­es de oposición, entre ellos Diego Sinhue Rodríguez de Guanajuato.

En ese juego de los “irigotes” se ha ensamblado la desgracia del país, cuando más se necesitaba la unidad nacional; los políticos prefieren la grilla rellena de intereses particular­es. Y a veces hasta sin sentido pues la pretensión es “mover el pandero” ante cualquier eventualid­ad yendo cada parte por agua para su molino.

De la economía “devastada” que resienten los mexicanos, se conocen aspectos más inmediatos, hay mucho daño, pero no se tienen cálculos básicos de cuándo podrían mejorar las condicione­s en que viven los guanajuate­nses; en estado no tiene estudios de prospectiv­a para una caída del -10 por ciento de PIB o más ni tampoco de la recuperaci­ón de una sociedad con más pobres…

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