Estudiantinas: de tradición a un producto turístico más
Las tunas han perdido su esencia para convertirse en un negocio en donde hay que ganar dinero
Las estudiantinas y las populares “callejoneadas”, que nacieron hace aproximadamente 60 años como actos de recreación con expresiones artísticas y culturales, hoy han deformado su esencia y se han convertido en empresas de lucro que generan contaminación auditiva y ambiental.
Las estudiantinas o tunas se comenzaron a conformar en la década de los años 60 y se integraban sólo por estudiantes universitarios de las distintas carreras y se reunían a ensayar los repertorios que después entonaban durante la callejoneada, la cual no sucedía todos los días y lo hacían con el objetivo de obtener algún dinero para costear sus alimentos o para conseguir comida gratis, explicó el cronista de la ciudad de Guanajuato José Eduardo Vidaurri Aréchiga.
Aréchiga resaltó que la esencia de las estudiantinas era principalmente que se integraban únicamente por estudiantes que se reunían con el propósito primordial de pasar un buen rato y disfrutar la bohemia tomando como ejemplo la actividad de las estudiantinas españolas, actividad que era grato de apreciar por la simpatía y energía que caracteriza a los jóvenes.
“Ellos lo hacían como con un propósito más de disfrutar la bohemia, disfrutar la vida. Tomar la idea de las estudiantinas españolas, de las estudiantinas medievales, de las estudiantinas del siglo XVI que eran como esta vida de estudiantes que le dicen más popularmente estudia-hambre porque nunca les alcanza para comer; las tunas, las estudiantinas en España se caracterizan por llevar un tenedor o una cuchara en el cinturón y entonces ellos tocan para que la gente les invite de comer, vivir de gorra digamos, es como aprovechar esa chispa, esa simpatía que tienen los estudiantes, la gente joven”, señaló el cronista.
El cronista señaló que las callejoneadas que consisten en recorrer varios de los callejones que hay aledaños al centro histórico comenzaron con el propósito de que los turistas conocieran la ciudad y al paso iban entonando canciones sanas, provincianas.
Los estudiantes que formaban estas agrupaciones no cobraban, más bien pedían “coperacha” y su esencia se comenzó a distorsionar a principios de los 90, convirtiendo esta actividad en un producto turístico con el que se lucra; aunque reconoció que es un producto demandado por el turismo lo que se ve actualmente no corresponde con sus orígenes.
“Ahora vemos que la mayoría no está conformada por estudiantes, la mayoría lo hace con la intención de generar un negocio y no con esa simpatía de agradar, de ser la chispa juvenil de la ciudad”.
Y es que Eduardo Vidaurri resaltó que ahora al no estar integrados por estudiantes ya no son estudiantinas sino “grupos musicales” haciendo negocio con las callejoneadas.
Además comentó que no ve mal que actualmente las estudiantinas busquen generar dinero con esta actividad siempre y cuando, dijo, buscaran apegarse a los orígenes y propiciaran más respeto hacia los visitantes durante los espectáculos.
Eduardo Vidaurri comentó que el repertorio actual dista mucho de lo que se acostumbraba hasta finales de los 80, pues dijo que antes eran canciones muy sanas del tipo español, “digamos muy provincianas” y hoy son en un tono un tanto de doble sentido.
“A nosotros nos parece algo que no está del todo bien porque somos de aquí, porque conocemos la tradición desde sus orígenes pero al turista eso le fascina porque es un espectáculo que se ofrece en Guanajuato no en otras ciudades. Guanajuato tiene esa fuerza de haber logrado posicionar a las estudiantinas como un producto turístico”.
Vidaurri indicó que de todas las agrupaciones que actualmente operan en el centro histórico no hay una sola que mantenga la esencia de los comienzos de esta actividad ya que todas están en un círculo netamente comercial; en cambió la tradición de siempre prevalece con la “Tuna de Oro” y la “Estudiantina de la Universidad de Guanajuato”, esta con 59 años de trayectoria, de las que indicó, “conservan su esencia y tienen repertorio de muy buena calidad”.
Señaló que si bien la actividad ha cambiado con el paso de los años, bien podrían las autoridades municipales exhortar a las distintas agrupaciones a mejorar su repertorio, que sea un contenido más respetuoso hacia los turistas, que procuren ofertar un mejor servicio a los visitantes.
Además que sean respetuosos con los habitantes de la cañada, de los callejones por donde pasan, ya que los recorridos son muy constantes en ciertos callejones y los vecinos se ven obligados a modificar los vidrios e ventanas para inhibir el ruido, eso sin contar con que al paso dejan basura y eso acaba por molestar a los capitalinos.
Hoy las estudiantinas son un producto turístico que funciona mucho, efectivamente porque lo demanda el turista, pero que no corresponde con las estudiantinas en su origen” Eduardo Vidaurri Cronista de la ciudad