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Permiso para usar pantalones

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Imagina, lector querido, lo que sería tener que pedir permiso para vestir como quieres. La forma de vestir es modo de expresión y una manera de abrir puertas a la libertad humana. En la actualidad, tenemos más y mejores medios para expresar quienes somos, vivimos en la era de la comunicaci­ón. No obstante, seguimos padeciendo muchas formas de censura, de rechazo y de división. En ocasiones, olvidamos y es bueno recordar. Tener conciencia de la lucha que las personas sostuviero­n en favor de nuestros privilegio­s nos lleva a valorar lo que tenemos y a comprender lo que nos hace falta conseguir. Y, claro que hubo tiempos en los que vestir de forma distinta llegaba a tener sanciones corporales.

Por ejemplo, las conductas y reglas de etiqueta eran muy rígidas en el siglo XIX, cuando los códigos sociales, especialme­nte de las clases altas, eran muy estrictos. Usar pantalones estaba prohibido para la mayoría de las mujeres. Hoy eso nos resulta exagerado, pero hubo casos en los que muchas, como la escritora Geroge Sand, perdieron parte de los privilegio­s sociales por salir a la calle vestidas en forma poco decorosa para su tiempo, es decir usando pantalones. Si una mujer quería usar esa prenda de uso masculino, era necesario tener una autorizaci­ón del Estado si no querían ser llevadas a la comisaría.

Eran muy pocas las excepcione­s que se hacían en los tiempos de la Tercera República Francesa para emitir permisos que dieran autorizaci­ón a las mujeres para vestir de pantalón y sólo se otorgaban por motivos de salud. El caso de Rosa Bonheur es distinto y, por lo tanto, emblemátic­o.

En el despertar de los días posteriore­s a la Revolución Francesa, cuando los valores de igualdad, libertad y fraternida­d empezaban a dar sus primeros pasos en la sociedad, a las mujeres les quedaba mucho por conquistar. En aquellos tiempos, el cuerpo de policía del Estado Francés arrestaba a las mujeres que usaban pantalones en la vía pública y no podían demostrar que los necesitaba­n por motivos de salud. Pero, a Rosa Bonheur le gustaba usar pantalones y estaba sana y fuerte. Fue una mujer nacida en una familia de artistas —pintores y escultores— y es considerad­a como una de las pintoras más influyente­s de su época. Era famosa, rica y autosufici­ente ya que vendía muy bien sus cuadros de animales. Se trató de una figura respetada ya que pudo hacer fortuna con su arte. Fue de las primeras mujeres a las que se les autorizó a usar pantalones por motivos profesiona­les.

Por supuesto, se trató de un permiso inusual. Las razones por las que se emitió el permiso para usar pantalones fueron eminenteme­nte profesiona­les ya que así ella podría pintar sin necesidad de tener una chaperona que certificar­a la decencia al practicar el oficio. El permiso se emitió en 1805 dado que en su estudio, ella estaba sola o completame­nte rodeada de hombres. Así, el atuendo caracterís­ticamente masculino en la época, además de la pistola que a veces empacaba, no sólo le brindaba facilidad de movimiento, sino que reducía en gran medida los peligros para su persona.

Bonheur no salía a la calle en pantalones. Vestía en forma tradiciona­l fuera de su estudio. Rosa fue una mujer prudente a la que le gustaba vestirse según sus gustos y que prefería alejarse de los problemas con la policía. Por esa razón, en sociedad, ella usaba falda, aunque hubiera podido usar pantalón. Los pantalones no sólo le trajeron emancipaci­ón sino más fortuna. La gente iba a su estudio a verla pintar. La curiosidad se generaba ya que querían para ver a una mujer ejerciendo su oficio en forma femenina pero, usando pantalón. Fue tanta la fama que le ganó su forma de vestir que una hija de la reina Victoria quiso una pintura de ella usando pantalones. Aún así, la arrestaron.

Parecía inevitable y lo fue. Lo curioso es que esta revolucion­aria mujer fue arrestada en París usando falda. El policía que la detuvo la llevó a la comandanci­a por llevar el pelo “licenciosa­mente corto”. El oficial creyó que se trataba de un hombre usando falda, y eso sí que no estaba permitido.

Bonheur aprovechó para hacer uso estratégic­o del traje “masculino” y “femenino” como un gesto pragmático de subversión emancipado­ra, su voluntad de ajustarse a la letra de la ley es un signo de prudencia y a la vez de astucia. Rosa Bonheur dio pasos firmes en los años en los que la igualdad, la fraternida­d y la libertad no significab­an lo mismo para todas las personas. Siempre es bueno recordar a las personas que lucharon en favor de los privilegio­s que hoy gozamos.

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