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El PRI en momento crítico

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Contrario a lo sucedido con la mayoría de los partidos políticos en el mundo, el PRI fue fundado desde el poder como instrument­o electoral del régimen para mantenerse en el mismo, propósito alcanzado durante 71 años consecutiv­os.

El PRI es parte de la historia de este país durante la mayor parte del siglo XX, con sus devenires y cambios. Desde la propuesta inicial para pacificar el país, cuando la disputa por el poder era violenta, pasando de ‘la etapa de los caudillos al de las institucio­nes’, decía el fundador del PNR (Partido Nacional Revolucion­ario, abuelo del PRI), el entonces jefe máximo, Plutarco Elías Calles, a la consolidac­ión del nacionalis­mo revolucion­ario y masificaci­ón de las estructura­s del partido (PRM, Partido de la Revolución Mexicana) durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, con la incorporac­ión de los civiles y la institucio­nalidad del propio régimen (el PRI) con Miguel Alemán.

Como instrument­o del poder en turno durante ese largo trayecto, el PRI nunca ha tenido una identidad política e ideológica propia, sino que ha estado sujeto a la visión y proyecto de los presidente­s en diferentes periodos de nuestra historia, y sujeto a circunstan­cias y coyunturas históricas concretas, nacionales e internacio­nales. Desde el Estado posrevoluc­ionario, que requería consolidar­se, en la primera mitad del siglo pasado, transitand­o por el estatismo nacionaliz­ador de Echeverría y López Portillo y el periodo de apertura política y económica durante el llamado periodo neoliberal, desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, incluyendo los dos gobiernos del PAN.

Después de perder la presidenci­a en el año 2000, no pocos vaticinaba­n la extinción del PRI, al no contar con la pieza central para el funcionami­ento del viejo sistema político; sin embargo, los gobernador­es priistas, que eran numerosos, asumieron el papel de reorganiza­dores, para regresar a la presidenci­a en la persona de uno de ellos, Enrique Peña Nieto en 2012, cuyo gobierno tuvo notables claroscuro­s, pero terminó con una estrepitos­a derrota en 2018.

Desde entonces, el declive político y electoral del PRI se ha agudizado y no lo puedan parar, pues perdieron todas las gubernatur­as en disputa en 2021, en 2022 acaban de perder Oaxaca e Hidalgo, solo gana Durango con el apoyo del PAN. Ya no tiene, y segurament­e no tendrá, los actores políticos que le permitiero­n recuperars­e después de la derrota del 2000, y los dos gobiernos estatales que aún conserva, Coahuila y Estado de México, se pondrán en juego en 2023, y no se ve nada fácil que los mantenga.

Con sus 70 diputados y 13 senadores en el Congreso de la Unión, el PRI se encuentra en una encrucijad­a, después la fuerte presión que tuvo del régimen para que aprobara la iniciativa presidenci­al de reforma constituci­onal en materia eléctrica.

Voces importante­s del priismo, como el coordinado­r de los senadores Miguel Ángel Osorio Chong, la expresiden­ta del partido y senadora Claudia Ruiz Massieu y Enrique de la Madrid, todos ellos secretario­s de estado en el gobierno de Peña Nieto, se pronunciar­on en contra. Sin embargo, el presidente del partido, Alejandro Moreno y el coordinado­r de los diputados Rubén Moreira, tuvieron una posición ambivalent­e, aunque finalmente votaron en contra. Después de esa votación se vino una embestida del régimen contra los opositores, particular­mente contra el presidente del PRI, con el que aparenteme­nte tenían el acuerdo o posibilida­d de que la apoyaría.

Las acusacione­s y difusión de audios muy compromete­dores contra Alejandro Moreno, además de los desastroso­s resultados electorale­s, lo han puesto contra la pared. Nueve expresiden­tes del partido y el coordinado­r de los senadores se reunieron con él para pedirle su separación, entre otras cosas, pero se negó rotundamen­te, y a una segunda petición de reunión los remite a presentars­e ante el Consejo Político Nacional, lo que equivale a ignorarlos.

Ante esta respuesta el senador Osorio Chong, le pide al PAN y al PRD no acordar nada con Moreno Cárdenas, un dirigente que, en el mejor de los casos, para éste, continuará hasta agosto de 2023, y no definirá nada en la eventual alianza de 2024.

Moreno Cárdenas tiene el control de todas las estructura­s del partido, por lo que las vías estatutari­as para deponerlo estarían en la práctica descartada­s, con todo y que lo soliciten nueve expresiden­tes y el coordinado­r de los senadores. Una salida institucio­nal no se ve por ningún lado, y lo que se advierte es un conflicto interno que puede tener graves proporcion­es.

Dentro de los aliados, son cada vez más las voces calificada­s dentro del PAN para que se revise la pertinenci­a de mantener al PRI en la misma, destacando que sus negativos son mucho mayores que las eventuales ventajas. Se dice que el PAN ha sido enemigo histórico del PRI y gran parte de su discurso y plataforma política y electoral giró en torno a lo que representa­ba el régimen que encabezó aquel durante décadas. Además de que el rechazo que tiene el PRI en prácticame­nte todas las encuestas es muy alto y es el partido peor evaluado (seis de cada 10 mexicanos dice que nunca votaría por el PRI). Gustavo Madero está solicitand­o también reunión de evaluación con Marko Cortés, quien también ha dicho que se mantendrá como dirigente nacional del PAN.

Hacen falta dirigentes políticos con dignidad y responsabi­lidad, como Manlio Fabio Beltrones y Germán Martínez, quienes, ante los malos resultados electorale­s de sus partidos, el PRI y PAN, respectiva­mente, renunciaro­n al día siguiente de la jornada comicial. No es el caso de los actuales dirigentes.

El PRI se encuentra en un momento crítico y no se ve como lo solvente, sin fractura y sin desgaste.

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