ESCOLLO INMOBILIARIO EN CELAYA. SÍ, POR LA VIOLENCIA
La violencia y la inseguridad en general tienen un efecto expansivo en las ciudades donde se salen de control. Sus efectos perjudiciales alcanzan no sólo a la víctima y al victimario, también producen efectos negativos en la economía particularmente por las percepciones negativas que provocan y que muchas veces llegan a la estigmatización.
Celaya se ha convertido en el emblema de esa lucha. Ayer el vicepresidente local de la Asociación Mexicana de Profesionales Inmobiliarios (AMPI), Álvaro Espitia Barrera, no tuvo de otra más que aceptar que la inversión inmobiliaria en la ciudad cajetera se detuvo, derivado de la percepción de inseguridad.
El representante gremial hizo lo imposible por matizar el asunto ante la prensa, al afirmar que dichas inversiones están comenzando a regresar debido al repunte económico que vive la ciudad, pero la gravedad del problema ya había quedado de manifiesto.
Cierto es que debido a la dinámica económica de Celaya se mantiene, al grado de que el mercado inmobiliario se ha concentrado en el sector industrial, por lo que es este rubro el que mantiene activo al sector, pero aún sin la posibilidad de un proyecto de vivienda que remonte el déficit,… pero también la mala percepción.
“Sí afectó a los inversionistas, se espantaron y decidieron no invertir por el momento en desarrollos”, admitió el especialista al explicar que dichos inversores decidieron irse a Querétaro o a San Miguel Allende, “pero tienen que regresar a donde hay quien compre”.
Así que por ahora es la industria la última carta que Celaya tiene para salir de su crisis y defender su vida cotidiana, más allá de la violencia. Los beneficios económicos que ofrece la ciudad en cuestión de logística, se convierten en su esperanza para dejar atrás una oscura etapa que no pareciera terminar en el corto plazo.