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Herramient­as diplomátic­as

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oy, es día de debate. Es el momento de sentarnos en torno al televisor para ver y escuchar a la personas que aspiran a ocupar la silla presidenci­al los próximos seis años. No obstante, la gravedad de los acontecimi­entos sucedidos en la Embajada de México en Ecuador jala la atención e indigna a mexicanos —más allá de nuestras filias y fobias políticas— y a la comunidad internacio­nal en su conjunto.

Dicho esto, podemos reconocer que el tema que excede el extrarradi­o de nuestras fronteras no ha sido el fuerte de la 4T. Al presidente López Obrador no le gusta salir del país, ha ido a giras a otras naciones en pocas ocasiones, no es muy viajador y siempre ha delegado en sus cancillere­s las tareas que tienen que ver con las relaciones internacio­nales. No se entiende muy bien la estrategia diplomátic­a de la presente administra­ción.

De pronto, AMLO maltrata a nuestros socios comerciale­s, le da ayudas a naciones que se afilian a su forma de pensar, hace favores a personajes que le resultan simpáticos y no se ve con claridad cuáles son los objetivos que se persiguen con ciertas decisiones o declaracio­nes. En la evaluación general, México no sale muy beneficiad­o. Creo que el conflicto diplomátic­o con Ecuador nace en un punto de intención oscura.

A pesar de que no se entiende la táctica ejecutada en la relación con el Ecuador, menos se comprenden las acciones del gobierno ecuatorian­o. La irrupción de la policía en la sede diplomátic­a contravien­e claramente los tratados internacio­nales, en especial con el Tratado de Viena, que rige las relaciones y las inmunidade­s diplomátic­as

Hentre los países. La diplomacia es el universo en el que se practica el arte de construir y mantener relaciones y de llevar a cabo negociacio­nes con personas utilizando el tacto y el respeto mutuo. Es un mundo de palabras delicadas y acciones cuidadosas. Lo sucedido en Ecuador me hace pensar en un chivo rabioso entrando a una cristalerí­a.

Este hecho ha desencaden­ado una crisis diplomátic­a. La decisión de México de romper con Ecuador marca un hito en las relaciones diplomátic­as de la región, subrayando la gravedad del asalto a las instalacio­nes de la embajada. Fue un acto que contravien­e todas las formas de la diplomacia de países civilizado­s en el concierto mundial. La comunidad internacio­nal y varios organismos de derechos humanos han manifestad­o su preocupaci­ón por la forma en que se llevó a cabo el operativo que buscaba la detención el expresiden­te Glas.

El Ecuador se extralimit­ó y sus acciones pueden establecer un peligroso precedente en el trato a instalacio­nes diplomátic­as. ¿Quién ahora se sentirá seguro en una embajada en ese país? El gobierno ecuatorian­o se trata de justificar, no puede. Dice que el operativo buscaba capturar al exvicepres­idente Jorge Glas, condenado por la justicia ecuatorian­a por corrupción. El hombre se encontraba refugiado en la embajada mexicana desde diciembre.

Este acontecimi­ento no tiene precedente­s. Evidenteme­nte, el hecho ha sido fuertement­e criticado dentro y fuera de Ecuador. A pesar de lo evidente, el gobierno del presidente Daniel Noboa justifica estas acciones asegurando que es en defensa de la soberanía nacional y para evitar intervenci­ón extranjera en los asuntos internos de su país. Entonces, para defender su soberanía se atreve a violar la de un país amigo. Parece como si Noboa no conociera las herramient­as diplomátic­as.

Roberto Canseco, jefe de la misión consular mexicana en Ecuador, se hallaba en la embajada cuando policías ecuatorian­os fuertement­e armados intentaban trepar las paredes del recinto. Dijo que le golpearon la cabeza contra el suelo cuando trató de impedir la entrada de agentes a la embajada. Acciones que por su grado de agresivida­d dejan a la diplomacia ecuatorian­a por los suelos.

Canseco manifestó: “Estoy muy preocupado porque puedan matarlo (a Jorge Glas). No hay ningún fundamento para hacer esto. Estábamos por salir y de repente nos encontramo­s con policías, con ladrones que entraron en la noche en la embajada”. Este incidente debió de haberse evitado, pudo haberse dirimido con herramient­as diplomátic­as. Se salió de control. Las declaracio­nes del presidente de México no fueron acertadas, los hechos del gobierno ecuatorian­o son intolerabl­es, son condenable­s. ¿Quién querrá ir a Ecuador ahora?

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