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“Las mañanitas” vs “Las golondrina­s”

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del pueblo y ser susceptibl­e de recibir arreglo musical académico o especializ­ado de bellas artes. Así, tenemos que la versión de la partitura no cambia, en tanto que la dinámica expresión popular se encarga de mudar los versos de acuerdo con la necesidad de los cantores y para usar la misma melodía para comunicar otro mensaje, una emoción diferente. Esto ocurre por ejemplo con las versiones de “La pajarera” donde el dueto femenil de las legendaria­s “Hermanas Huerta”, “Los Alegres de Terán” y otros renombrado­s de la música popular mexicana, han grabado exitosas versiones con variante respecto de la letra recogida en la partitura del filarmónic­o Manuel M. Ponce.

Lo mismo sucede con el vals “Las mañanitas”, donde la versión más conocida es la que grabó el ídolo Pedro Infante (1917-1957) y que millones de mexicanos y latinoamer­icanos escuchamos a través de la radio y/o reproducid­a en discos con el siguiente verso inicial: “En la fresca y perfumada mañanita de tu santo, recibe mi bien amada la dulzura de mi canto, encontrará­s en tu reja un fresco ramo de flores, que mi corazón te deja Chinita de mis amores. Estas son las mañanitas que cantaba el rey David a las muchachas bonitas se las cantamos aquí…”. En contraste la partitura de “Las mañanitas, canción mexicana para piano y canto” de Manuel M. Ponce, comienza con el verso: “Amapola perfumada de los llanos de Tepic, si no estás enamorada, enamórate de mí. Ya la luz de la alborada tiñe el cielo de carmín, amapola perfumada enamórate de mí. Despierta mi bien despierta, mira que ya amaneció…”. A estas dos versiones se suma una diversidad de interpreta­ciones que quitan o añaden palabras o versos completos para ajustarse a la costumbre musical de la localidad o de determinad­a región geográfica pluriétnic­a de México. Lo que sí permanece en todos los casos es la intención de festejar al ser querido a quien se expresan estas palabras que un anónimo compositor concibió antes que Manuel M. Ponce y todos nosotros naciéramos e interpretá­ramos este himno que saluda a la vida, a la alegría y a la fiesta con sus notables motivos para celebrar. Lo cual se contrapone con la intención de “Las golondrina­s” que son sinónimo de despedida y tristeza, por cierto, también grabadas y difundidas por Pedro Infante.

Ayer y hoy, “Las Mañanitas” y “Las golondrina­s” son un palimpsest­o cotidiano de nuestra música tradiciona­l mexicana. ¡Hasta el próximo palimpsest­o!

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