Cosmopolitan (México)

Ponlo en práctica

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No hay nada más efectivo que la unión de los tres tipos de respiració­n. Al hacerlo oxigenas el cuerpo y te sentirás más relajada. También favorece al sistema cardiovasc­ular y aumenta la capacidad de respiració­n. Para llevarla a cabo, haz lo siguiente:

Acuéstate sobre tu espalda, flexiona las piernas y apoya los pies con la misma distancia de separación que las caderas.

Coloca las manos debajo del ombligo. Respira 10 veces dirigiendo el aire hacia el abdomen. Sé consciente de cómo sube el ombligo al inspirar y cómo baja al espirar.

Apoya las manos en la caja torácica y respira 10 veces. Al final de cada exhalación, vacía muy bien los pulmones y nota cómo se tocan las puntas de los dedos, mientras que el ombligo desciende hacia la columna.

Pon las manos sobre las clavículas apoyando los codos en el suelo. Al introducir el aire, siente cómo sube el pecho y crecen las clavículas hacia los lados. Al sacar el aire, relaja e imagina nuevamente que tu ombligo toca la espalda. Practícalo 10 veces.

Ahora une los pasos simultánea­mente empezando a introducir el aire por el abdomen, luego el tórax y al final las clavículas. Después exhala comenzando desde la parte alta, pasa por el área de las costillas y cierra con la zona del abdomen. Conserva los pulmones sin aire unos segundos y repite el ejercicio. Esta técnica debe realizarse lenta, pero continuame­nte. Para ayudarte con el ritmo, haz que la inhalación te tome cinco tiempos y la exhalación igual. Con la práctica podrás aumentar el ritmo a 10 tiempos. No debes sentirte cansada, así que si estás empezando, tómatelo con calma. Lo ideal sería que lograras practicar esta técnica al menos una vez cada día, por cinco minutos. Cuando domines el ejercicio acostada, aplícalo a la respiració­n cotidiana de pie y sin ayuda de las manos. Se convertirá en algo que realizarás con naturalida­d.

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