La diagnosticaron en el 2012; le retiraron un seno, le dieron quimioterapias y, finalmente, radiaciones. Cuando recibió la noticia estaba sola y, al salir del médico –cuenta–, se sintió completamente “desconectada del mundo”.
Yo no quería tratamiento ni cirugía, creía que ya no había solución. Después del diagnóstico deseaba estar encerrada y llorando todo el tiempo. Francisco se informó y decidió llevarme a lugares donde pudieran apoyarme emocionalmente.
Francisco
Sé que Irma es el amor de mi vida y, hasta donde nos dé permiso Dios, estaremos juntos. ¡La amo!