Cosmopolitan (México)

con alguien de Love Island

Después de verlo en el programa por dos meses, Brad* resultó encajar perfecto con el tipo de hombres de Lucy*.

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arecía que todo Reino

Unido estaba enganchado viendo Love Island. Y si había un hombre con quien todos fantaseaba­n –los del show y la audiencia–, era Brad.

Conocer a las estrellas del programa es algo poco probable para cualquiera, pero, como reportera, constantem­ente me encontraba con ellos en los mismos eventos. Además, por primera vez en dos años estaba soltera; mi novio había cortado conmigo hacía poco y yo buscaba, con desesperac­ión, distraccio­nes ‘variadas’. Como una especie de milagro, llegó Brad. Su agente estaba ansioso por concretar una entrevista con él durante la presentaci­ón de unos premios que el periódico en el que yo trabajaba estaba organizand­o; sin dudarlo, me cercioré de que Brad estuviera en la lista de invitados.

Desde que nos conocimos afuera del lugar, fue muy claro que nuestra relación no se mantendría profesiona­l por mucho tiempo. Brad traía un traje azul marino y yo un vestido de seda rojo, tacones de tiras y un lipstick brilloso. Pasamos la noche hablando inapropiad­amente durante la ceremonia de premiacion­es, intercambi­ando miradas coquetas y bebiendo cocteles, antes de que él sugiriera que fuéramos a otro lugar, solo los dos.

Bebimos gin-tonics en el bar de un hotel cercano. Mientras nos íbamos acercando más y la tensión crecía, Brad mandaba muchas “Él estaba consciente de lo atractivo que es y de que yo quería más”. indirectas; él estaba consciente de lo atractivo que es y de que yo quería más. Antes de que pudiera tomar mi taxi, me agarró de la muñeca y me besó apasionada­mente. Después clavó en mí una mirada que decía: “Sé que estuviste toda la noche esperando esto”.

Al siguiente día, texteamos acerca de las cosas que deseábamos hacernos y dos días después, me encontraba en un taxi usando solo ropa interior debajo de mi abrigo, rumbo a casa de Brad. En cuanto abrió la puerta, me cargó y me llevó hacia la encimera de la cocina, mientras nuestros labios se recorrían y mordían. Su cara se iluminó en cuanto empecé a desabrocha­r mi abrigo para revelar mi outfit de Agent Provocateu­r.

Rápidament­e se desvistió dejando al descubiert­o sus sexys abdominale­s y me quitó la ropa interior que aventó al suelo. Temblando, me sujeté de su cuello y sentí cómo mis pezones se endurecían, en tanto él mantenía con fuerza mis muslos abiertos y sumergía su lengua en mi vagina. Llegué pronto al orgasmo y, como si Brad estuviera esperando ese justo momento, entró en mí. Sentí su piel caliente contra la mía y hundí las uñas en su espalda, resistiend­o las ganas de gemir más. Pasé la noche ahí y al amanecer, me marché de manera discreta.

Después de esa noche, me he encontrado a Brad algunas veces, incluyendo una ocasión en la boda de una celebridad, la cual estaba cubriendo para una revista. Hablamos sin evitar las miradas de reconocimi­ento. Ahora, cada vez que veo Love Island, sé que las personas están ahí por el premio: los islanders son en verdad los símbolos sexuales que el show construyó.

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Lucy y Brad hicieron TODO.

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