Cosmopolitan (México)

La dimensión de la ola

“Quizá soy la primera mujer en este cargo, pero no seré la última”. Kamala Harris.

- Por SOFÍA ESCOBOSA

Hace un año la pandemia ya había comenzado. En algunas partes del mundo estaba más avanzada y en México se vivían los primeros casos de Covid-19. En ese momento desconocía­mos la dimensión de la ola. El 8 de marzo había una cita y miles de mujeres acudimos a ella para manifestar­nos contra la violencia de género y la desigualda­d. La marea violeta y verde inundó las calles de la capital mexicana en una sola voz, la crisis no silenció nuestro grito.

Al día siguiente, 9 de marzo, organizaci­ones sociales, universida­des, institucio­nes de gobierno, compañías, artistas y grupos empresaria­les se sumaron al paro nacional de mujeres; una convocator­ia de resistenci­a pacífica. Nos ausentamos y suspendimo­s todo tipo de actividade­s. Un hito internacio­nal.

A los pocos días, la otra ola; comenzaron las medidas de aislamient­o, las restriccio­nes a la movilidad y la suspensión de actividade­s. Llegó la cuarentena y el confinamie­nto, y con ello mayores niveles de estrés, insegurida­d económica, sobrecarga en tareas domésticas, desempleo y –para muchas mujeres– aumentó la violencia doméstica. La pandemia puso sobre la mesa y de manera visible las desigualda­des de género preexisten­tes; evidenció los esfuerzos que aún se necesitan para combatirla en todos los ámbitos de la vida diaria.

Pero la lucha no ha parado, a pesar de la crisis de Covid-19 continúan los avances de las mujeres en distintos ámbitos. En Reino Unido se eliminaron los impuestos a los tampones y toallas sanitarias; Escocia fue más allá con una ley que permite acceso gratuito a todos los productos relacionad­os con la menstruaci­ón; en Argentina se aprobó la ley de aborto legal; y en nuestro país nació a nivel federal la Ley Olimpia, que sanciona con cárcel a quien difunda contenido sexual sin consentimi­ento.

Apenas el pasado 20 de enero, Kamala Harris tomó protesta como la primera mujer vicepresid­enta de Estados Unidos y, ese mismo día, Amanda Gorman –de 22 años– se convirtió en la poeta más joven en leer su texto en una ceremonia inaugural.

El camino ha sido largo, faltan batallas por librar y los procesos toman tiempo. Mas agradezco el camino labrado de años y años por mujeres que alzaron su voz y lucharon para que hoy existan institucio­nes y leyes que nos protegen, para que gocemos de derechos, libertades y oportunida­des que antes se nos negaban por el simple hecho de ser mujeres. Celebro la importanci­a de nuestra contribuci­ones a la sociedad y honro a todas aquellas que han demostrado –con habilidade­s, experienci­as y conocimien­to– que el feminismo no es el problema, es la única respuesta.

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