Cosmopolitan (México)

El Club del Breakup

- Por JORGE LOZANO H.

Dicen que la realidad siempre supera a la ficción, y las historias de drama y desamor que mis seguidor@s me han compartido no son una excepción. Elegimos las mejores del mes para ti.

LORD INFLUENZA

Mi relación parece una serie de drama en cuatro temporadas (años). Aunque todo mundo afirma que somos el uno para el otro, simplement­e no podemos hacer que lo nuestro funcione. Es –principalm­ente– porque no consigo que este hombre se quede en casa. Cada vez que discutimos o tenemos un problema, agarra sus cosas y se va. Me lo ha hecho una vez al año. Mi familia ha llamado a tal suceso “La influenza”, porque nada más llega el invierno, él regresa. Este año me propuse investigar a dónde se va cuando discutimos y ¡oh, sorpresa que me acabo de encontrar! El lord influenza tiene otra casa y otra familia. Moraleja: no vayan a buscar medicina al mismo lugar donde siempre se enferman.

LADY HERENCIA

Hace un mes perdí a mi pareja a manos del temible virus. Después de meses y meses de apoyarlo en sus tratamient­os, despegarme de mi trabajo para enfocarme en su recuperaci­ón, no hubo más que se pudiera hacer y el hombre se fue con Dios. Pero más triste que haberlo perdido, fue enterarme de que todo el tiempo me mintió. Días posteriore­s a su fallecimie­nto, se apareció una mujer desconocid­a a reclamar “la herencia”, alegando que había sido su pareja sentimenta­l por años, reclamando lo suyo en actitud de “dueña y señora”. Y efectivame­nte, estaba mencionada en el testamento. Pero ni a ella ni a nosotros nos tocó un quinto. Si el hombre no sabía administra­r su matrimonio, qué esperanzas de que lo hiciera con sus finanzas.

LORD TAPADO

Como toda historia de infidelida­d desenmasca­rada, esta empieza por una corazonada. Llevaba varios años saliendo con un hombre en una relación muy estable. Me quedaba en su casa, tenía mi cepillo de dientes en su lavabo y ya me veía toda la vida a su lado. Él solo tenía un detalle que me parecía sospechoso: permanecía horas en el baño. Cuando les digo horas, son HORAS. A veces dos o tres, ininterrum­pidas. Cuando lo cuestionab­a al respecto, siempre me respondía lo mismo: que tenía mala digestión y necesitaba “tiempo y concentrac­ión”. Un día, mientras dormía, tomé su celular y me metí al baño, nerviosa. Ya tenía su contraseña en mi cabeza de tantas veces que lo veía ponerla y cuando empecé a investigar encontré justo lo que buscaba: ¡Su “mala digestión” era, en realidad, una bonita relación! Me rompieron el corazón, pero ese día aprendí una valiosa lección: por más que intenten ocultarlo, la basura siempre flota.

LADY DESCHONGAD­A

Me crié en un hogar con padres muy religiosos, con la expectativ­a de una hija santa, inmaculada, libre de todo pecado. Ellos insistiero­n en que tuviera una educación en un colegio conservado­r, de puras mujeres. Cuando por fin me gradué de la universida­d, ya tenía novio y empecé a trabajar en un lugar lleno de “tentacione­s”. Los hombres más guapos –de los que se me había privado toda la vida– estaban juntos en esa oficina. Uno de ellos se llamaba Leo y le hacía honor a su nombre: alto, barbón y feroz. Un día tuvimos una reunión de compañeros de trabajo y asistí, sin mi novio. Después de unos drinks me di una “deschongad­a” con el tal Leo que hasta mi fecha de nacimiento olvidé. Al día siguiente no pude con el remordimie­nto y me confesé con mi novio; obviamente, me dejó de hablar desde ese momento. ¿Les puedo ser honesta? Solamente me arrepiento de los daños a terceros.

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