¿Es posible hacer nuestra rutina de belleza sin dañar el medio ambiente? ¡Por supuesto!
Salva a las tortugas utilizando shampoo biodegradable.
Te dejo un dato curioso que quizá no sabías: los empaques y contenedores de productos de belleza y cuidado personal (que van desde el envase de un rímel hasta la envoltura de plástico de una crema facial) generan casi un tercio –sí, UNA TERCERA PARTE– de toda la basura que producimos. Realmente está muy mal. Y créeme que siendo una editora de belleza que prueba cientos (¡Dios, miles!) de productos cada año, me siento terrible.
Así que decidí sustituir los productos que compraba, por aquellos con empaques eco-friendly. No estoy hablando de “belleza verde” (que me parece increíble, pero no siempre es sustentable). Me refiero a productos que no contienen nada de plástico, son biodegradables o hechos con materiales reciclables.
En primer lugar, abandoné las enormes botellas que acababan en el suelo de mi regadera. Mi opción fue conseguir una barra de jabón envuelto en papel de composta (más fácil y más bonito). Entonces, en lugar de volver a comprar mi amado shampoo y acondicionador de Oribe, ahora escojo la barra de jabón biodegradable de Ethique, el cual dura hasta 80 lavadas.
Pero, ok, solo de pensar en la idea de separarme de mi extensa colección de retinol y mi sérum de vitamina C… ¡me horrorizo! (Porfa, solo recuerden que este tipo de cosas son parte de mi trabajo). Después de una larga investigación, encontré algunos reemplazos sustentables de marcas como Kinship y Ren. Además de hacer productos realmente buenos (el tratamiento de Kinship para manchas es mi salvador personal), ambas empresas utilizan plástico de desechos de los océanos (básicamente, plástico que se extrae del mar y se ocupa para nuevos envases). Aún mejor: al asociarse con el grupo TerraCycle, estas marcas ayudan a que sea superfácil navegar por el tema del reciclaje.
Por su parte, las alternativas de maquillaje son un poco más limitadas (al menos para mí). Entre el lipstick de Ilia y las paletas de Aether Beauty que rivalizan con la recompensa del pigmento obtenido con los productos convencionales, me ha llevado un tiempo encontrar productos que realmente me enganchen.
Sin embargo, ya llevo tres meses con este nuevo estilo de vida sin desperdicio; hasta ahora, ni siquiera he visto una toallita desmaquillante. Sí, aún no soy Greta Thunberg –con mucho gusto volaría en un avión privado si pudiera– pero primero baby steps, chic@s. Ir poco a poco, sin desperdiciar productos de belleza, es mejor que no hacer nada.