EL MEJOR SEXO DE MI VIDA FUE... en una orgía virtual
Para Gillian*, las restricciones del distanciamiento social han creado un nuevo abanico de posibilidades sexuales.
Cuando la pandemia comenzó, me mudé con mi pareja. Tenemos una increíble vida sexual. A menudo invitamos a otras personas a unirse con nosotros; he disfrutado tríos, relaciones poliamorosas, también he ido a fiestas sexuales y, a veces, he sido la anfitriona de estas reuniones íntimas.
Después de cinco semanas en cuarentena, mi pareja y yo comenzamos a sentir que nos habíamos topado con un muro sexual; extrañábamos nuestra libertad. Así que envíe un mensaje a algunos de mis amigos para saber qué estaban haciendo mientras el encierro y uno de ellos me contestó que había oído hablar de un grupo que organizaba orgías virtuales. No tardamos en contactarlos y ellos muy pronto nos agregaron a un numeroso chat de Whatsapp; todos los miembros debían asistir al siguiente evento del grupo. A pesar de haber tenido varias aventuras en el pasado, estaba algo nerviosa y me preguntaba: “¿Me excitaría tanto a través de la pantalla como en los encuentros sexuales que normalmente tenía?”.
Antes de ese viernes en la noche, comencé a sentir mariposas en el estómago, sensación que se intensificó tras recibir el enlace para la reunión online. Tomé un baño y me puse un conjunto negro de la marca Agent Provocateur debajo de un vestido casual que me hacía sentir sexy. Mi pareja llevaba una camisa y pantalones informales; nos servimos un poco de vino. La verdad es que no teníamos ni idea de lo que estaba a punto de aparecer en la pantalla. Tragué saliva mientras otras cinco parejas –conocidas, otras no– se conectaban.
Las mujeres estaban muy arregladas y los hombres se veían demasiado “atractivos”. Estaban en sus salas o en sus dormitorios. El anfitrión nos presentó a todos. Los demás también parecían algo nerviosos, eso me ayudó a relajarme un poco. Entonces, comenzó el juego: nos turnamos para desafiar a otras parejas a que dijeran cosas traviesas, contaran una historia erótica o hicieran un acto sexual. Poco a poco, todos empezamos a quitarnos la ropa. La verdad no tenía que preocuparme por no excitarme: ver a parejas reales, como nosotros, besándose y moviendo las manos hacia abajo, hizo que muriera por hacer lo mismo.
El anfitrión tomó las riendas; él decidía quién aparecía en pantalla y cuándo. Primero indicó a otra pareja que ocupara el centro del escenario, sugirió que la mujer agarrara el pene erecto de su novio y comenzara a lamerlo lentamente. Por supuesto, cada vez me sentía mucho más excitada. Me acerqué a mi pareja, que también estaba disfrutando de todo el espectáculo. Cuando llegó nuestro turno, nos pidieron pasar de los besos al sexo oral. Así que me arrodillé y metí su pene en mi boca, empujándolo profundamente hacia mi garganta. Él gimió y me levantó para besarlo, antes de empujarme y abrirme las piernas. Luego comenzó a lamerme.
El anfitrión le dijo a mi pareja que me hiciera venirme. Fue cuando metió un juguete dentro de mí, sin dejar de estimular mi clítoris. Cuando sintió que estaba en el clímax, me penetró. ¡Dios! Estaba tan excitada que llegué al orgasmo a los pocos minutos, luego eyaculó dentro de mí. Fuimos el gran final. Todos nos quedamos un rato hablando sobre esta experiencia y coincidimos en volver a hacerlo. Ya reservamos para la próxima semana. De verdad, ¡les recomiendo acompañarnos!
*Gillian es la fundadora de la app Bare Dating.
“Saber que unos desconocidos nos miraban, nos hacía gemir más”.