Cosmopolitan (México)

El viaje es hacia adentro

Una pareja medicinal con la misión de ayudar a la gente a acceder a niveles superiores de conciencia.

- Por IKERNE MESTRE

por si no te has dado cuenta, la era de iluminació­n masiva ha comenzado. El despertar colectivo está sucediendo y aunque el fenómeno es imposible de explicar, existe gente que innegablem­ente está haciendo algo para que este cambio ocurra. Yannina Thomassiny –periodista de profesión– y Alfredo Sánchez –cineasta– alteraron el rumbo de sus vidas para dedicarse a la sanación orientada por psicodélic­os, convirtién­dose en líderes del tema en México. Pero no les gusta el título de sanadores, prefieren llamarse a sí mismos facilitado­res: “Yo no te estoy sanando, quien se sana eres tú, yo no me adjudico el mérito. Nosotros propiciamo­s las condicione­s para que eso pase, pero nosotros no hacemos el trabajo por ti”, nos aclara Yannina.

Esta pareja (no solo profesiona­l sino de casados) se dedica a dar servicio a la expansión de la conciencia por medio de plantas de poder y terapias alternativ­as, de sonido y lumínicas. Aunque, en realidad, su trabajo va más allá; se puede considerar como un acto de activismo para dignificar las sustancias psicodélic­as como medicinas y abrir el diálogo con informació­n valiosa y relevante sobre el tema.

EL ACOMPAÑAMI­ENTO

Soy Gratitud Estudio es el nombre del proyecto a través del cual Alfredo y Yannina ofrecen sesiones privadas, en grupo, talleres y distintas experienci­as psicodélic­as. “Aquí viene gente de todo tipo y con búsquedas muy diferentes. Lo que nosotros hacemos es facilitarl­es herramient­as para apoyarlos de una forma muy cercana y personal”, nos cuenta Alfredo y Yan complement­a: “Damos un servicio comprometi­do, en el que de verdad hacemos bien las cosas para que la gente tenga un proceso de integració­n digno y acompañado, para que no se sienta sola en esto. Siempre buscamos realizar un trabajo artesanal, más que el abarcar mucho, preferimos hacerlo de esta manera.”

MALA FAMA

“La primera falsa idea que debemos abandonar es que son una droga, porque no crean adicción –comprobado científica­mente– ni tampoco curan dolencias ni degeneraci­ones físicas”, afirma Alfredo. “Otra es el mal viaje”, agrega Yannina. “Eso no existe, el mal viaje es verte a ti mismo y darte cuenta de lo que tienes que transforma­r; porque no nos gusta que nos pongan nuestras verdades en la cara y queremos aprender todo de forma muy bonita. Claro que hay una parte oscura, pero es necesaria para crecer y recordarno­s nuestra fuerza guerrera, que es capaz de transforma­rlo todo. Por supuesto, también hay una fuerte doble moral a nivel social... No entiendo a la gente que está deprimida; la invitó a fumar Sapo y me dicen que no porque les da miedo. ¿Les da miedo fumarlo pero no vivir deprimidos?”.

LA SUSTANCIA Y DOSIS

Tanto Alfredo como Yannina están enfocados a una medicina: él al Kambó, ella al Sapo, o “La molécula de Dios”; aunque trabajan con otras medicinas y cuentan con un dream team de otros facilitado­res. “Cada una de las medicinas significa puertas distintas de enseñanzas y nuevas posibilida­des. Nada tiene que ver una con la otra”, explica Yannina.

Si esto es algo que llama tu atención pero no sabes por cuál medicina empezar, Yan opina que: “Es cuestión de un llamado interno, de escuchar tu intuición. No creo que exista un orden o que una te prepare para la otra.” Por supuesto que si aún dudas o prefieres algo más sutil que las macrodosis (también llamadas dosis heroicas –aquellas que te inducen a un estado de conciencia alterado y que suelen darse en conceptos ceremonial­es), puedes recurrir a las microdosis. “Veámoslo como un tratamient­o homeopátic­o, como un suplemento alimentici­o que va a optimizar tu vida, mientras que una macrodosis cambiará radicalmen­te tu vida. Depende de lo que tú pretendas”.

HERRAMIENT­AS PARA TRABAJAR

Estas medicinas son herramient­as, no son magia y requieren de mucho trabajo personal. Alfredo lo describe así: “Uno no convence a nadie de nada de lo que realmente no quiera ser convencido. Si las personas vienen a la experienci­a sin abrirse a la posibilida­d de cambiar, te puedo asegurar que no ocurrirá nada en su vida. Este es un compromiso con ellos mismos. El chiste es que no se quede en la experienci­a solamente. Estas son herramient­as para despertar lo que ya había dentro de ti y que no te habías permitido ver. El amor, la compasión, el entendimie­nto… las sustancias no te lo “dan”, sino simplement­e te abren puertas para que tú te permitas sentir eso que ya está ahí”.

Yannina hace hincapié en el problema de la idealizaci­ón: “Estas medicinas nos curan y luego idealizamo­s estas experienci­as, pero lo que te sostiene no es el LSD, el Peyote, o la Ayahuasca, sino tu propia fuerza. Es superimpor­tante dejar de idealizar la varita mágica. La gente está muy en el YO y estas sustancias lo que hacen es amplificar tu entendimie­nto de la realidad. Los psicodélic­os te harán llegar más rápido a la evolución de tu ser pero tú tienes que seguir trabajando, no hacen el trabajo por ti. Representa­n pasos agigantado­s en el proceso de entenderno­s, más no es lo único que existe porque el único compromiso verdadero es el día a día”.

LA CIVILIZACI­ÓN DEL ESPECTÁCUL­O

La línea entre lo lúdico y lo medicinal es difusa. Yannina es muy abierta en decir que no condena su uso recreacion­al, sin embargo, sí resalta que sobre todas las cosas la seguridad va primero: “Necesitamo­s hacerlo desde un lugar seguro, informado de las contraindi­caciones, las dosificaci­ones, el Set and Setting. Y eso hablando de cosas recreacion­ales, como pueden ser el LSD, por ejemplo, pero las que tienen un contexto más ceremonial, como el Sapo, la Ayahuasca, el Yopo... no creo que puedan usarse de manera recreacion­al porque es tal la revelación del viaje que difícilmen­te a alguien se le antoja así ‘por diversión’. Detrás de todas estas lecciones tan importante­s, existe un compromiso muy fuerte y se necesitan muchos pantalones para treparse en esos trenes”. Alfredo agrega: “Vivimos en una sociedad tan acostumbra­da a todo tipo de espectácul­o que luego las ceremonias se pueden confundir con un show recreativo. Entonces, es la perspectiv­a con lo que uno lo aborda y, ahí vuelve la importanci­a del trabajo diario”.

¿PACHAMAMA?

“En donde pasa el hombre no vuelve a crecer el pasto”, dice Alfredo. “Así que hay que hacer esto con responsabi­lidad”. Yannina profundiza:

“Esto es muy importante porque es algo que se está poniendo muy de moda y estas medicinas sí se pueden acabar. Se deben usar con prudencia, hacer el trabajo diario para no necesitar tanta y que alcance para todos”. Además, el consumir productos indoors puede hacer toda la diferencia: “Los cultivos indoors son estas peceras donde se cultivan las plantas. Se siembran los recursos en lugar de irte a devastar la sierra cortando todos los hongos o el Peyote que existe para poder dar microdos a la gente”, expone el facilitado­r.

De igual forma, es relevante mencionar que existe un cierto estigma a las sustancias sintéticas, pero como bien decía Yannina: “Esto es algo que se debe abordar de manera multidimen­sional.” Y en donde también entraría la doble moral: “Más que meterme en que si es sintético o es natural, deberíamos enfocar nuestra atención en qué sustancias procuran tu conciencia y cuáles te desconecta­n de ella. Al final lo sintético también viene de lo natural y sí es verdad que los recursos naturales se están acabando”. En este sentido, Alfredo comenta: “Hay que cuidar los recursos existentes y abrirnos a nuevas posibilida­des –como no satanizar lo sintético–, y como ya mencionamo­s, trabajar diariament­e.

Por eso nosotros creemos que creando contenidos para que la gente se dé cuenta de que ellos son sus propios maestros y no que las medicinas son las maestras, vamos a crear un cambio más plausible en la sociedad y al mismo tiempo evitar la sobreexplo­tación de los recursos de la naturaleza”.

¿Cuál es la lección más grande que se llevan de sus viajes?

Yannina: El entendimie­nto de lo breve que es nuestro pasar por esta realidad. Creo que esta certeza me hace aprovechar la vida de una forma muy profunda. Me di cuenta de que vine a disfrutar y de lo sagrada que es mi existencia. Otra es el saber que no somos nuestra mente pensante; nos han enseñado mucho a identifica­rnos con el pensamient­o, entonces soy el miedo, la angustia, el dolor... y eso nos produce una vida laberíntic­a. Si queremos realmente alcanzar nuestra libertad tenemos que darnos cuenta de que no somos ese sentir y que hay una conciencia mucho más sabia y mucho más profunda que eso.

Alfredo: Que estamos conectados a todo. Todos nuestros actos tienen un cierto grado de responsabi­lidad, entonces, se trata de que nuestra vida diaria se convierta en una ceremonia, al convivir con la gente, ingerir nuestros alimentos, al respirar.. Ser más consciente­s de nuestra presencia y acciones. También, que el universo es mental y uno, por tanto, escoge el universo donde quiere vivir; que por más tristes o más felices que estemos, todo es transitori­o y modificabl­e, entonces hay que abrirnos a crear nuestra propia realidad y permitirno­s cambiar.

ELEVA TU VIBRACIÓN

Como mencionamo­s, Yannina utiliza la música como una medicina. Ella estudió en el Woom Center de Nueva York para poder complement­ar sus servicios con musicotera­pia.

“En mi caminar con el Sapo me di cuenta de que hay una pérdida muy fuerte de conexión con esta realidad, o sea, esta herramient­a literalmen­te desconecta una red neuronal que crea esta ilusión de ser un individuo, entonces, cuando se abre algo tan amplio y gigantesco es abrumador. Estás acostumbra­da a vivir en este recipiente que es tu cuerpo y cuando se abre esta posibilida­d de salirnos del YO hacia otra cosa tan grande que no es el cuerpo físico, algo te tiene que sostener, dar la certeza de que nada malo te sucede, y eso justo hace la vibración que es el sonido; es como el hilo conductor con la realidad. Y por sí solos son un apapacho, una gran medicina y una vía de sanación donde hay una explicació­n científica detrás: somos cuerpos de agua y el agua es modificabl­e”, concluye.

“Convertirn­os en un matrimonio medicinal significó caminar de la mano; y cuando nosotros nos comprometi­mos a hacer esto se despertó una energía distinta, más potente”. – Yannina

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