Cosmopolitan (México)

La astrología me dio permiso de ser más intensa

*risa malvada* (y a propósito del despertar con psicodélic­os).

- Por MIA LARDIERE

siempre encuentro pequeñas formas de sorprender­me. Algunas veces dejo mis AirPods en las bolsas de mis jeans, que luego meto en la lavadora. Otras ocasiones espolvoreo cúrcuma en lugar de canela en mi café. Ser un desastre andante es uno de los mejores rasgos de mi personalid­ad (lo digo con franqueza).

Durante la mayor parte de mi vida adulta creí que era un ascendente Leo. Bueno, eso es lo que aparecía cuando ponía “12:00 am”

(mi hora de nacimiento inventada), en los generadore­s online de cartas astrales. No sabía que mis datos de nacimiento se perderían en el papeleo de adopción.

Lo de Leo tenía sentido: aunque soy un misterioso signo solar Escorpio, puedo ser extroverti­da cuando lo necesito, me importa mucho mi pelo y me identifico con J.Lo. Estaba bien, era feliz. Pero me equivoqué. Después de meses de búsqueda, finalmente encontré mi hora de nacimiento y mi signo ascendente real: Aries. Esta noticia me asustó mucho. Según mi astrólogo (ahora tengo uno), mi sol en Escorpio y la luna en Aries ya hicieron de mi personalid­ad algo letal. Sí, hago esto de nunca decir a nadie lo que siento y después me dan crisis explosivas. Añade un ascendente en Aries y, justamente, las personas con tal mescolanza tienden a vivir en un estado de exaltación constante y ser duras consigo mismas. También pueden ser percibidas como extremadam­ente mandonas cuando intentan crear su propio camino. Donde Leo me pedía que me llenara el ego, Aries me encargaba el reto de ser valiente. Así que, en lugar de huir de mi intensidad, empecé a inclinarme hacia ella. Regañaba a mis amigos por sus tonterías, mandaba mensajes de texto incluso a deshoras cuando necesitaba respuestas y protegí mi energía establecie­ndo límites para mí misma. Llámame Karen porque –a partir de ahora–, pediré hablar con todos los gerentes, y créeme... ¡se siente increíble!

Así que... apuesta que seguiré mi instinto y con mi resting bitch face de ahora en adelante. No prometo evitar seguir sorprendié­ndome a mí misma, simplement­e es parte de mi personalid­ad.

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