EL SITIO DE CUERNAVACA EN 1914
Uno de los momentos más difíciles que ha vivido la población de Cuernavaca es, sin lugar a dudas, el sitio que impusieron los zapatistas a la ciudad en 1914 (este año se cumplirán 110 años) y que tuvo una duración de 74 días, del 1º de junio al 13 de agosto. Desgraciadamente este capítulo de la historia de nuestra ciudad es poco conocido por sus pobladores.
Existen dos fuentes principales de este suceso, una de cada bando: Por el lado de las fuerzas revolucionarias se encuentra lo escrito por Gildardo Magaña en su libro “Emiliano Zapata y el Agrarismo en México” y por el lado de los sitiados, la inglesa Rosa E. King, propietaria del entonces Hotel Bella Vista, narra su dramática experiencia en el sitio, mediante su libro “Tempestad Sobre México”.
Fue entonces cuando el general Zapata giró órdenes de concentrar la mayor parte de sus tropas rodeando Cuernavaca, a fin de dar el golpe final a las fuerzas huertistas.
Las barrancas de Cuernavaca eran excelentes defensas naturales. Los federales, al darse cuenta que serían sitiados redujeron la anchura de los puentes, colocando sacos de arena y alambre de púas. Además de que escarbaron trincheras para emplazar ametralladoras. Los puntos vulnerables estaban al norte y al sur, en donde también instalaron alambre de púas en las huertas, obstruyeron calles y colocaron vigilancia en los edificios más altos.
La lucha se dio en diferentes puntos alrededor de la ciudad, buscando los sitiados una ruta de escape o de comunicación por dónde abastecerse y los zapatistas trataban de contenerlos.
A 7 días de iniciado el sitio, arribaron a Cuernavaca 2,000 federales, al mando del coronel Hernández, con la intención de reforzar la defensa de la ciudad. Habían tenido que caminar durante 24 horas un tramo que normalmente les llevaría 3 horas, de Tres Marías a Cuernavaca, debido a que en el trayecto se tuvieron que enfrentar a tropas zapatistas que trataban de impedir su llegada. Los federales se tuvieron que abrir paso a la fuerza, así que llegaron muy cansados, maltrechos y hambrientos.
Unos días después, el coronel Hernández regresó a Tres Marías con 1,000 hombres para tratar de reparar la vía del ferrocarril. Así que Cuernavaca quedó a cargo del general Pedro Ojeda.
Los pobladores que se quedaron en Cuernavaca sufrieron mucho y un gran número de ellos murió por hambre y enfermedades. King nos dice en su relato:”… me dijeron que 27 personas habían muerto en un día y 15 al día siguiente, después de eso no volví a preguntar más…”
El 13 de agosto los federales rompieron el sitio, huyendo hacia el sur de la ciudad, mandando por delante a la población civil que quería salir con ellos. Los revolucionarios los siguieron enfrentándose con la retaguardia. Pero en un lugar denominado “La Cuesta de la Muerte”, entre Cuernavaca y Temixco los zapatistas los alcanzaron y dieron muerte a muchos civiles y federales.
El profesor Agustín Güemes Celis, quien fue director de la escuela “Evolución” y sobreviviente del sitio, nos contaba que como voluntario de la Cruz Blanca fue enviado a recoger los cadáveres, tres días después de la masacre. Cuando llegaron a la altura de Chipitlán, solo encontraron un sobreviviente que trasladaron al hospital en una camilla improvisada, en donde le fue amputada la pierna. Al día siguiente regresaron al lugar y como no tenían los medios para enterrar tanto cadáver hicieron dos montones de entre treinta y cuarenta cuerpos, les pusieron hierba seca y algunas ramas, los rociaron con petróleo y les prendieron fuego. ¡Que espectáculo tan espantoso!, los cuerpos se contraían con los gases internos, abrían los ojos y la boca desmesuradamente, estiraban los brazos y las piernas, como si se tratara de una danza macabra.
La columna siguió, refugiándose en la hacienda de Temixco, después en Xochitepec, pasaron por Miacatlán y subieron hacia Malinalco. Llegaron a Tenango del Valle, en donde fueron rescatados por las tropas carrancistas. En todo el penoso trayecto fueron perseguidos por las tropas del general Genovevo de la O y de otros jefes zapatistas, que atacaron en repetidas ocasiones. Rosa E. King comentó… “de los ocho mil que salieron de Cuernavaca, habían quedado unos dos mil…estábamos hechos trizas, heridos y hambrientos, poco preocupados por lo que nos esperaba”.
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Desde el mes de abril los Zapatistas persiguieron a las tropas huertistas del general Flavio Maldonado, en el sur del estado. Para el 19 de mayo, cansados, con muchas bajas, sin alimentos y sin pastura para la caballada, tuvieron que rendirse cerca de Atlacholoaya. El general Maldonado fue capturado con más de 800 militares, siendo superior el número de muertos, heridos y dispersos. Solo 18 soldados llegaron a dar la noticia a Cuernavaca, que era el último bastión de las tropas federales en Morelos. A mediados de julio, en la ciudad abundaban las municiones, pero no los víveres, las provisiones no llegaban. Se empezaron a sacrificar mulas y caballos para poder alimentarse. La gente comenzó a buscar desperdicios comestibles como almidón, huesos de cajinicuil hervidos, como si fueran frijoles, flores de zompantli y otras plantas. Dice Rosa King: “La gente pobre buscaba en las calles basura comestible”, “…la gente más pobre comenzó a salir de la ciudad por cientos, yéndose a los pueblos más pequeños, los cuales estaban en manos del enemigo…”