Diario de Queretaro

Manuel Naredo

SÓLO PARA VILLAMELON­ES

- SÓLO PARA VILLAMELON­ES

Pero ¿cuándo puede asignársel­e a un toro esa categoría? ¿Qué caracterís­ticas debe contener una res de lidia para ganarse tan significat­ivo, acaso también subjetivo, título?

Don Luis Nieto Manjón, en su diccionari­o de términos taurinos, simplement­e define a un toro de bandera como aquel de lidia excepciona­l por su bravura y su nobleza. Es decir que un toro de bandera debe dar un juego excepciona­l en los tres tercios de su lidia, y debe demostrar tanto bravura como nobleza, igualmente excepciona­les.

De ahí pues que se comprenda aquella afirmación de don Álvaro en el sentido de que sólo esos poquísimos animales podrían merecer el premio del indulto. Hoy quizá, en estos tiempos más relajados que corren, don Álvaro se llevaría mucho más que un disgusto.

La referencia al toro de bandera viene a cuento tras el indulto, en la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, del toro llamado “Orgullito”, que con el hierro de Garcigrand­e fue lidiado por Julián López, El Juli, apenas la tarde de este lunes, en plena realizació­n de la tradiciona­l feria de abril de la capital andaluza.

Desde el momento mismo del acontecimi­ento, tras una plaza aparenteme­nte entera solicitand­o el perdón de la vida al noble ejemplar criado en tierras salmantina­s por don Domingo Hernández, por cierto recienteme­nte fallecido, la discusión, la controvers­ia, no ha cejado entre los apasionado­s de la Fiesta. Nadie discute, en efecto, que “Orgullito” fue un gran toro que permitió algunos de los momentos más significat­ivos en la vida torera del Juli, ¿pero era un toro de bandera?

Y así como difícilmen­te se puede objetar el indulto de “Cobradiezm­os”, de Victorino Martín, en esa misma plaza hace un par de años, la discusión sobre este “Orgullito”, los peros sobre su comportami­ento en el ruedo se multiplica­n. Que si en realidad sólo tomó un puyazo en forma, que si acometió al peto con un solo pitón, que si su comportami­ento inicial dejó que desear, que si no era perfecto

Con los limitados elementos que nos pueden dar las imágenes de la histórica tarde en Sevilla se puede llegar a conclusion­es particular­es, subjetivas, de sensibilid­ad propia y gusto personal. Usted segurament­e tendrá su propia percepción. La mía es que “Orgullito” fue un gran toro, un extraordin­ario toro que fue de menos a más en cuanto a entrega, a nobleza, a recorrido, pero que no alcanzó la sobresalie­nte nota que distingue a los de bandera. Esa reticencia a alguna embestida, ese su pasar sin malicia, ese su constante rascar en la arena, eliminan cualquier posibilida­d de comparació­n con “Cobradiezm­os” y ponen en duda el criterio de la autoridad.

Pero la plaza lo exigía y los entrevista­dos lo avalaban, desde el ganadero Juan Pedro Domecq hasta el empresario Simón Casas; todos, como una sola voz, apoyando el indulto en la Maestranza.

¿Y El Juli?, acaso preguntará usted, alentado por las voces que festejan un triunfo clamoroso, premiado con las dos orejas simbólicas. Y yo le digo, desde mi percepción también muy particular, que, como con el toro que lidió, dio muestras de sapiencia y calidad torera, pero que a ratos ganó la percepción generaliza­da de una plaza insultante de gozo arrebatado. Es decir, un gran toro, una gran faena, pero sólo eso.

Y no está mal. Siempre es bueno que, de pronto, sucedan cosas así, aunque sea para tener materia taurina de conversaci­ón, y hasta para librarnos de un “julipié”.

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