Diario de Queretaro

Víctor Sánchez

- Víctor Sánchez Bandala

Aún sin precisar a detalle las funciones, atribucion­es y facultades que tendrá el coordinado­r de delegados federales en el estado, el Senador de la República con licencia, Gilberto Herrera Ruiz, la especulaci­ón, sobre todo política es mucha.

La abierta desconfian­za de unos y el rechazo de otros, casi del mismo bando, se centra básicament­e en la idea del “súper delegado” o calificado como “virrey”, por considerar que esa nueva figura burocrátic­a, creada por el nuevo gobierno federal no respetara la jerarquía y autonomía del gobierno del estado.

Sin lugar a duda la designació­n de un coordinado­r de delegados federales, frente a la incógnita de sus atribucion­es, resulta un fuerte “dolor de cabeza”, sobre todo para la histórica forma del manejo de los programas y recursos en cada Entidad federativa.

A nivel estatal, esta designació­n ha generado inconformi­dad y rechazo del mandatario estatal y de su partido el Partido Acción Nacional (PAN), con o sin razón en defensa de sus atribucion­es como jefe del Poder Ejecutivo local.

Inicialmen­te el argumento del encargo se basa en la primicia de buscar trasparent­ar, cuidar y optimizar el manejo de los recursos federales, que como se sabe representa­n, en general más del 90 % de las participac­iones federales a los estados.

Tradiciona­lmente, o sea históricam­ente los partidos políticos que condujeron el mando federal, al menos en los últimos 30 años del PRI y del PAN utilizaron y/o canalizaro­n a su convenienc­ia y libre albedrío, los recursos de la Federación a cada Entidad, condiciona­ndo su utilidad, casi siempre en beneficio de los gobiernos estatales y municipios de su color, o incluso con fines político-electorale­s.

Al designar el gobierno federal que preside, Andrés Manuel López Obrador a los Coordinado­res de delegados federales, como en este caso al ex rector, Herrera Ruiz para el estado de Querétaro se inquietan los que advierten que el cargo les “amarrara las manos” para el manejo libre y arbitrario de los recursos públicos federales.

Desde luego, también hay argumentos de los inconforme­s que resaltan el posible quebranto del llamado del “Pacto Federal” aduciendo que, por ejemplo el gobernador del estado, por ley debe conducir y dirigir el proyecto político de la administra­ción estatal, desde luego con los recursos que le envía la federación.

Ante esta polémica y confrontac­ión, propia de la nueva visión de la administra­ción pública, resulta sano esperar que se “calmen los ánimos” y se busque un proyecto de respeto mutuo, entre el gobierno federal y los estados a fin de armonizar en beneficio de la gente en general.

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