La epidemia más grave del siglo
Si una nueva epidemia cobrara la vida de 10 personas al día ya habríamos declarado un estado de emergencia nacional y tomado medidas contundentes para detener la infección. ¿Por qué no respondemos con la misma presteza ante la epidemia de asesinatos de mujeres que vivimos en la actualidad?
De acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, de 2012 a la fecha, el delito de feminicidio ha crecido un 137.5% en el país. De forma alarmante, María Salguero, creadora del Mapa de los Feminicidios en México, ha calculado que en la república entre 10 y 11 mujeres mueren asesinadas diariamente.
De cara a estas cifras, más allá de una indignación efímera que responda a la velocidad de los ciclos noticiosos, urge que todas y todos nos involucremos en la lucha.
En primer lugar, como con cualquier enfermedad contagiosa, la magnitud de la crisis demanda que la aceptemos: nos enfrentamos a un problema real cuya existencia está ligada al género de las víctimas.
Si bien hoy en día en México toda vida es vulnerable, las mujeres somos vulnerables de maneras particulares; los feminicidios suelen presentar un componente de violencia sexual, antecedentes de violencia previa y/o la existencia de un lazo afectivo entre víctima y agresor.
El siguiente paso es reconocer la complejidad de la emergencia y actuar consecuentemente.
No hay una sola explicación para la ola de feminicidios en el país. Sabemos que la gran mayoría de los agresores son varones, y que estos crímenes se insertan en un contexto nacional de violencia extrema y en un escenario global de transformación de los roles de género.
Sin embargo, falta mucho por comprender. Por ello, aunque numerosas agrupaciones feministas ya hacen un trabajo clave contra este mal, sus esfuerzos no serán suficientes si los hombres no se organizan también para cuestionar su papel tanto en la causa de la enfermedad como en su cura.
Dra. Elsa M. Treviño, profesora del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.