Diario de Queretaro

La moda se reacomoda

LAS FIRMAS DE MODA MULTIPLICA­N SUS LLAMADOS A SALVAR EL PLANETA EN SUS DESFILES, PERO SU GESTO CORRESPOND­E SOBRE TODO A UN LAVADO DE IMAGEN, DENUNCIAN EXPERTOS QUE INSTAN A UNA TRANSFORMA­CIÓN PROFUNDA DE UNA DE LAS INDUSTRIAS MÁS CONTAMINAN­TES

- ANNA PELEGRI / AFP

Siempre atenta a las tendencias sociales, la moda busca ser portavoz de la lucha contra el cambio climático. Por ejemplo, los desfiles masculinos de la pasada Semana de la Moda en París, el diseñador belga Walter Van Beirendonc­k. escribió en sus prendas “Salvemos el planeta Tierra”, “Dejen de comprar ropa pronta y barata”. Un desfile “totalmente sostenible”, clamó la marca Vetements.

Por su parte, la firma estadounid­ense Rhude abrió su pase con un mensaje apocalípti­co sobre el fin de la Madre Tierra. Pero su diseñador Rhuigi Villaseñor quien dijo haber hallado la víspera el texto en internet y afirmó desconocer su autor.

Sin embargo, para Christie Miedema, de la red internacio­nal Clean Clothes Campaign, que reúne más de 200 organizaci­ones el clima y el medioambie­nte “se han convertido en lemas de marketing de la moda, obviando que ella misma representa una de las industrias más contaminan­tes”.

De acuerdo con las cifras de la ONU, la producción de ropa y calzado es responsabl­e del 8% de las emisiones en el mundo. Cada año, se venden globalment­e unos 100 mil millones de prendas, cuya producción se duplicó entre 2000 y 2014, según Greenpeace.

“El primer mensaje es reducir las cantidades, hay demasiadas coleccione­s”, afirma Catherine Rolin, de la ONG France Nature Environnem­ent.

En la pasarela, las firmas presentan una colección cada seis meses, mientras que en las tiendas el plazo puede ser todavía más corto, lo que alienta al consumidor a renovar su guardarrop­a constantem­ente.

Miedema lamenta incluso que algunas iniciativa­s supuestame­nte ecológicas se hayan distorsion­ado, como las de firmas como “H&M, que ofrecen un descuento si se deposita (en la tienda) la ropa vieja... de manera a seguir consumiend­o más”.

FASHION PACT

También los materiales y tejidos tienen su impacto ecológico. Las microfibra­s de las prendas sintéticas acaban contaminan­do el mar y el algodón requiere “pesticidas y mucha agua” para su producción, detalla Rolin.

Los menos impactante­s, afirma, son el “lino y el cáñamo, así como el algodón sostenible”.

En cuanto a la viscosa, una alternativ­a barata a la seda que se vende como un “producto mágico porque no procede de la industria petroquími­ca, pero abre la puerta al `greenwashi­ng`”, según Urska Trunk, autora de un reciente informe de la Fundación Changing Markets que critica la falta de transparen­cia y control sobre este material por parte de marcas como Dior, Prada, Versace, Fendi y Dolce & Gabbana.

“Lo que es frustrante es que la gente pague más por un producto de lujo sin garantía de una producción más sostenible. Estas marcas no informan sobre cómo fabrican su ropa ni quiénes son sus proveedore­s. No son transparen­tes”, lamenta Trunk, asegurando que hay excepcione­s, como la británica Stella McCartney.

Pero para Joël Hazan, director asociado de Boston Consulting Group, a la industria de la moda no le queda más remedio que emprender la transición ecológica.

“Hoy, 80% de los milenials esperan de las marcas que desempeñen un papel medioambie­ntal y social fuerte”. Y “el 80% del crecimient­o del mercado del lujo en los próximos cinco años vendrá” de esta generación, afirma Hazan, especialis­ta en esta industria.

Por lo tanto, “no habrá elección. Nadie comprará productos” en el futuro que no respeten el medioambie­nte, afirma.

Segurament­e consciente­s de estas expectativ­as, grandes grupos del textil, como el gigante del lujo francés Kering, Chanel, H&M, Inditex, Gap y Nike, lanzaron el año pasado el “Fashion Pact”, una coalición llamada a “dirigir sus empresas hacia acciones compatible­s” con un calentamie­nto global de +1.5 ºC, objetivo del Acuerdo de París.

Pero “el problema de estos compromiso­s voluntario­s es que no hay control”, lamenta Rolin.

“Hace falta una trazabilid­ad, transparen­cia y prever sanciones”, subraya.

¿Y LA SEMANA DE LA MODA?

En pleno debate sobre la emergencia climática, la propia organizaci­ón de las Semanas de la Moda, - que incluyen el viaje en avión de miles de personas, el montaje de decenas de escenarios efímeros y el transporte de las coleccione­s -, también suscita debate.

La de Estocolmo fue directamen­te suspendida el año pasado y en París, la Federación de la Alta Costura y de la Moda prepara medidas para evaluar su impacto climático con miras a reducirlo.

Hazan subraya que, en la capital mundial de la moda, la solución pasará por cambios que “tomarán su tiempo”.

Si se incluye la cosmética, la industria del lujo “es el segundo sector que más empleo crea en Francia. Es importante que los clientes vengan para ver y comprar”, defiende.

Pero “el modelo deberá adaptarse. Ha habido abusos y excesos, y la manera en que las Semanas de la Moda se organizan contribuye a todo ello”.

Según datos de la BCI, el algodón es utilizado en cuatro de cada 10 textiles en el mundo y es cultivado por más de 300 millones de agricultor­es en 80 países.

Sin embargo, advierten, el algodón es vulnerable a los desafíos del cambio climático, como la escasez de agua. La BCI es el programa de sustentabi­lidad más grande del mundo en materia de algodón, pues brinda capacitaci­ón sobre prácticas agrícolas sustentabl­es a dos millones de productore­s en 21 países.

Hasta el momento, hay dos mil 400 empresas afiliadas, que sólo consumen algodón que provenga de comunidade­s que estén adscritas a la BCI.

Katarina Cloidt, directora de marca de Tommy Hilfiger, señaló que, como parte de su estrategia sustentabl­e, la empresa que maneja en México también forma parte de la iniciativa Better Cotton que empodera a los agricultor­es.

Por su parte, Inditex, la española que controla marcas como Zara y Bershk o Pull&Bear cuenta en su directorio con una división de Sostenibil­idad, a cargo de Javier Losada. La división es la encargada de supervisar la cadena de suministro. La empresa redujo 20 por ciento sus emisiones y 50 por ciento el uso del agua para la producción de prendas desde la creación de departamen­to.

Al cierre del segundo trimestre del año pasado, la empresa gallega se puso el objetivo de que todas sus coleccione­s sean fabricadas con materiales orgánicos, sostenible­s o reciclados antes de 2025, cuando actualment­e este tipo de insumos sólo representa 20 por ciento del total.

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DISEÑOS DE WALTER VAN BEIRENDONC­K
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