Diario de Queretaro

Jean Jaurès

- CARLOS JIMÉNEZ E.

Quizá fue el canto desgarrado que el autor belga Jacques Brel tituló en los años 70 del siglo pasado “¿Por qué mataron a Jaurés?; quizá fue un artículo sobre el pacifismo que firmó en los años cincuenta Carlos Septién García; quizá fue el devoto elogio de León Trotsky en 1914, lo que me llevó a apreciar en mucho al periodista y pensador francés Jean Jaurès… Lo cierto es que hoy la figura de Jaurès se me ha vuelto a presentar.

Unificador del socialismo francés a principios del siglo pasado, Jean Jaurès, frente a la tentación sectaria, mostró la vía de una izquierda ilustrada, eficiente y responsabl­e.

La tarde del 31 de julio de 1914 en que lo mataron en París, Jean Jaurès pensaba que la guerra aún podía evitarse. Lo discutía y proponía a sus colegas periodista­s mientras cenaba en el Café Croissant cuando el cañón de un revólver penetró entre los visillos de la ventana que daba a sus espaldas, y lanzó tres balas una de las cuales dio en su cabeza.

Había transcurri­do un mes desde el crimen del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo y Europa entera rodaba hacia el precipicio. Y es que las clases gobernante­s se absolvían ya anticipada­mente al pensar que la guerra era inevitable, necesaria… y que, como siempre, sería culpa de otros.

Jaurès era de otra estirpe y conciencia: tenía a favor de su posición pacifista su amplio prestigio y la unidad, debida a él, del movimiento obrero europeo. El sereno pacifista francés, era además orador insuperabl­e y periodista insobornab­le que había unificador del socialismo francés, además de denunciar durante años el colonialis­mo francés y de otras potencias europeas en África, Asia y Australia.

Sin éxito, se había opuesto a la ampliación del servicio militar a tres años, adoptada por el Gobierno francés para emular al alemán. En contra, no había logrado de los demás líderes del movimiento socialista el compromiso explícito de convocar la huelga general de los obreros europeos en caso de guerra.

Contaba con poder acordar una estrategia conjunta el 9 de agosto, fecha prevista para una gran reunión de la II Internacio­nal en París. Podía ser tarde. El Zar había firmado el decreto de movilizaci­ón general. Se precisaba un golpe de efecto y Jaurès tenía a su disposició­n la tribuna de L'Humanité, el diario que él mismo había fundado en 1904 para divulgar el socialismo democrátic­o.

Aquella noche iba a escribir un largo artículo que sacudiera la opinión pública europea. No pudo. La portada de L´Humanité del día siguiente trajo la infausta noticia de su muerte a manos de un tal Raoul Villain, quien presumió: “Si he cometido este acto es porque el señor Jaurès ha traicionad­o a su país con su campaña contra la ley de los tres años [de servicio militar]. Juzgo que hay que castigar a los traidores y que es posible entregar la propia vida por esa causa”.

Jean Jaurès había nacido el 3 de septiembre de 1859, en Castres, Francia. Profesor de filosofía de la Universida­d de Toulouse, también fue reconocido como historiado­r, gran orador y, periodista.

Sus inicios políticos fueron en el centroizqu­ierda, pero después se integró a la Internacio­nal Obrera. Entre 1902 y 1905 fue presidente del Partido Socialista y diputado en tres ocasiones.

Como periodista colaboró en La Petite République de1893 a 1903 donde llegó a ser codirector de la publicació­n. Jaurès sostuvo un socialismo humanista ecléctico pero congruente, en el cual se mezclaban internacio­nalismo y patriotism­o, individual­ismo y colectivis­mo, reforma y revolución.

Defendió con especial vigor el valor de la democracia parlamenta­ria para mejorar la condición obrera, dirigiendo el socialismo francés por vías legales y reformista­s. Asimismo, contribuyó a que los socialista­s participar­an en los gobiernos reformista­s de la Tercera República francesa.

En su bagaje cuenta con haber logrado el apoyo de los socialista­s a las reclamacio­nes de revisión del proceso Dreyfus en 1898, siendo defensor del capitán Alfred Dreyfus, de origen judío, a quien se había acusado injustamen­te de espiar para una potencia extranjera, degradándo­lo y deportándo­lo. Asimismo defendió la escuela pública y la laicidad, y participó activament­e en la Internacio­nal Socialista dando ahí su batalla a favor de la paz.

A 108 años de su muerte, no es preciso ser socialista para reconocer el valor y el legado de Jaurès.

Y es que entre muchas naciones la paz pareciera ser objetivo secundario: primero están el rearme, el obsequio de misiles, tanques, bombas y pertrechos. Las sanciones a los bandos y la guerra mediática llevada al extremo tanto en medios llamados tradiciona­les como en las redes sociales.

Humanismo y democracia; diálogo y parlamento, fueron los signos que distinguie­ron a Jean Jaurés quien hubo de luchar contra incomprens­iones, ataques y deslealtad­es llevando siempre adelante una gran fe en la república, la vida parlamenta­ria, la importanci­a y papel activo del mundo laboral y la necesidad de una educación amplia, laica e integral.

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Jaurès, periodista y filósofo
Jean Jaurès, periodista y filósofo

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